RESUMEN KARMA YOGA
Swami Vivekananda
Título original: Karma Yoga
PREFACIO
Nos
sentimos felices al presentar la primera edición de una traducción auténtica y
correcta de “Karma-Yoga", de Swami Vivekananda.
Las obras del
gran Swami Vivekananda son expresiones de la Suprema Verdad. Swami Vivekananda,
discípulo predilecto de Sri Ramakrishna la Encarnación Divina era un ser muy
elevado. Estaba establecido en Dios. ¡Swami Vivekananda vivía casi todo el
tiempo en constante comunión con Dios! De manera que sus dichos y escritos son
expresiones misericordiosas que ayudan a aquellos seres que sinceramente están
buscando según su propio temperamento un sendero, un entendimiento para lograr
la Suprema Meta de la vida humana: Liberación Absoluta.
Algunos creen
que sólo por la lectura de buenos libros uno puede ser espiritual. La mera
lectura, si no va acompañada de la práctica recomendada, puede
hacer
del lector con buena memoria un polemista de “Peñas”o “Club de Debates” donde
se discute toda clase de ideas, hasta las ideas filosóficas y religiosas. Lo
cierto es que la lectura de los libros escritos por verdaderos maestros, que
son figuras condensadas de la Suprema Verdad, ayudan sólo a aquellos que sufren
constantemente “inquietud espiritual, en medio de la activa vida del progreso
material, quienes llevan una vida moral y ética. Sri Krishna cuando nos
dice:”Tenemos derecho al trabajo, pero no a sus frutos"? Muchos dicen que
es imposible actuar sin pensar o sin anhelar el fruto, el resultado de la
acción. Sin embargo, ese pensamiento, ese deseo que es acompañado' por la
febril esperanza en el fruto, les hace cada vez mas débiles, más limitados; se
alejan cada vez más del verdadero progreso) que los convertiría al estado de
Ser puro, esto es, en la Plenitud misma.
Así como en la India Se encuentra gente que
vive para comer, también se encuentra en el Occidente gente contemplativa y
dedicada a la vida espiritual, cuya realización se logra, por la activa
práctica del inegoísmo. Sin embargo, por
esa influencia ajena nos equivocamos y, a veces, nos equivocamos enormemente,
sembrando y cosechando desprecio, odio y rencor. Sólo será de provecho la
lectura de “Karma-Yoga” para aquellos que han desarraigado de su mente esas
limitantes ideas de “superioridad” e “inferioridad”, de crudo egoísmo, que
mantienen al hombre en el nivel animal a pesar de su cuerpo humano.
Eso de pensar que en algún momento
estamos separados de Dios es la mayor ignorancia del ser humano y todo el
progreso espiritual no es nada más que el esfuerzo, cualquiera sea el sendero que se
siga para destruir esa tan dañosa insensatez. Los Vedantistas declaran que hay
tres clases de seres humanos:
1) Los baddhas, aquellos que están
profunda e inconscientemente ligados a las ideas y objetos transitorios. Ellos
aceptan como única realidad la vida objetiva; creen que son criaturas de la
naturaleza, aunque a veces, sin sentirlo, dicen que Dios es el creador. Su vida
se manifiesta a través de los siguientes actos: respirar) moverse) comer,
descansar o dormir, divertirse, hacer el acto sexual) temer o, atemorizar.
Todos esos actos los llevan a cabo con o sin la ayuda de la máquina. La inmensa
mayoría de los seres humanos pertenece a esta categoría. Ellos no comprenderán
el “Karma-Yoga”.
2) Mamukshu, o activos aspirantes a
la liberación. Las personas de este tipo se han dado cuenta que el logro fácil
o difícil de los objetos o ideas que buscan para satisfacer sus deseos
corporeos o mentales, no los libera de esa ligadura que sienten, de ese
encadenamiento que nos impone la dependencia, que les resulta no sólo molesto
sino que a veces, llega a ser penoso y hasta doloroso. Son ellos quienes
buscan, se esfuerzan y experimentan diversos métodos, opiniones y consejos,
para ser libres. Pero, una cosa esencial les falta, y ésta es, que no se exa-
minan a sí mismo, no buscan su propia, intima naturaleza. El hombre del mundo,
aunque sea muy instruido, difícilmente comprende que uno puede vivir, actuar y
sentir felicidad, pensando y actuando continuamente para los demás. Porque la
clave del”Karma-Yoga" consiste en la práctica del inegoísmo, esto es, el
continuo “no yo, sino tú". Este”tú" puede ser la Divinidad, o
cualquier ser. Todos piensan y actúan, todos producen “karma", pero sólo
los bien despiertos, amantes de lo permanente, del estado de liberación, pueden
y practican, el,”Karma.Yoga".
3)
La tercera clase de gente es
conocida como mukta, o liberado. Son muy
pocos los que
en una vida llegan a un estado tan elevado. La mayoría de ellos se despojan
hasta de la noción de su personalidad, y después de haber logrado ese estado de
bienaventuranza viven muy poco tiempo más, pero la bondad fluye de ellos
naturalmente y ayudan a muchos aspirantes espirituales. Entre los seres de esta
categoría muy de vez en vez viene uno que, por la especial e inexcrutable
voluntad Divina, viven para esparcir el divino mensaje de la Liberación.
Históricamente,
el origen de este mensaje sobre Karma-Yoga, para nuestra época, quedó sellado
en un día del año 1884. Sri Ramakrishna, la Encarnación Divina, estaba bajando
del estado supraconsciente del samadhi, donde se unía con la Purísima
Conciencia Divina. Repitió varias veces una expresión religiosa de los
vaisnavas, adoradores de Vishnú, que dice: "Caridad a los seres, afecto al
Santo Nombre y adoración a los devotos'. Después de repetirla dos o tres veces,
la corrigió, diciendo: "¡Qué insensatez! ¿Quién eres tú para hacer caridad
a los seres? ¡El ser es Shiva (Dios Mismo)! Se lo debe servir." La
habitación donde ocurriera ese hecho maravilloso estaba llena de devotos de Sri
Ramakrishna. Todos le habían oído. Un momento después algunos jóvenes salieron
y se reunieron afuera: entre ellos estaba Vivekananda. Muy emocionado, dijo a
los otros: "¡Qué maravilla! ¡Qué cosa sorprendente y completamente nueva
hemos oído hoy! Si Dios quiere, algún día esparciré al mundo entero ese divino
mensaje." Y ese mensaje lo dio al mundo, en forma sistematizada, Swami
Vivekananda en "KARMA-YOGA".
Pero, en la ayuda que presta una persona u
otra sigue existiendo el concepto de diferencia, rico y pobre, sano y enfermo
es la sementera de todo mal. Ese mal solo puede ser sacado de la mente por la
práctica de karma yoga, sirviendo a todos los seres humanos, considerándolos
como vivientes manifestaciones del Único, indivisible Dios..
El Karma- Yoga
nos enseña y nos ayuda positivamente, pues aprendemos que por cualquier acción
inegoísta podemos sentir la presencia de Dios. Es un hecho muy triste y
lamentable el ver que, en todas partes del mundo, la inmensa mayoría lleva una
vida sumida en la ignorancia, falta de instrucción, hasta de una alimentación
básica nutritiva, y esta clase de gente, de mentalidad reducida, s6lo puede
levantarse por la cariñosa manifestación de la vida inegoísta. Que los
instruidos se den cuenta de esto y piensen seriamente para no convertirse en
participen activos o inconscientes de la propagación de este cáncer mental que
está diezmando la sociedad humana.
El mensaje del
KARMA-YOGA llega a todos nosotros, para que seamos bien activos, purifiquemos
nuestro corazón de toda mezquinad y hagamos de la vida
toda un ininterrumpido servicio a la humanidad, humanidad
que es la más evidente y mejor manifestación de la Divinidad.
Sirviendo a todos los seres
necesitados como siendo manifestaciones Divina,
ofrendando el fruto de toda acción
a Dios, seremos bienaventurados. Ésa es la
gran lección del
“Karma-Yoga".
CAPITULO PRIMERO
EFECTOS DEL KARMA SOBRE EL
CARÁCTER
El placer no es
la meta del hombre, sino el conocimiento, que es inherente a él. El bien y el
mal tienen una participación semejante en la formación del carácter. La
biblioteca infinita del universo está en la mente. La ley de gravitación y
Newton. Todo conocimiento temporal o espiritual está en la mente. Todo golpe
mental o físico que recibe el ego es karma. Para juzgar el carácter de un
hombre no hay que observarlo en sus grandes actos, sino cuando ejecuta sus más
comunes acciones. Todo lo que vemos en el mundo es el despliegue del
pensamiento y la manifestación de la voluntad del hombre. La voluntad
gigantesca de un Buddha o de un Jesús no puede ser explicada por la teoría de
la herencia. Nuestro karma determina lo que merecemos y lo que podemos
asimilar. La acción hecha con desapego. El autocontrol tiende a desarrollar la
voluntad y modela recios caracteres. Nos dice el "Bhagavad Guita":
"Tenemos derecho al trabajo pero no a sus frutos". Llegará, el tiempo
en que nuestros móviles no serán egoístas y el conocimiento que yace en nuestro
interior se manifestará.
La palabra karma se deriva del sánscrito kri, que
significa hacer; toda acción es karma. Técnicamente esta palabra también
significa los efectos de las acciones. En conexión con la metafísica expresa,
algunas veces, los efectos de los cuales nuestras pasadas acciones fueron las
causas. Pero en el karma yoga -sólo tenemos que tratar a la palabra karma como
significando acción. Después de algún tiempo encuentra el hombre que no es la
felicidad lo que busca sino el conocimiento, que el placer y el dolor son
grandes maestros y que aprende tanto del bien como del mal. Al pasar el placer
y el dolor ante el alma individual, dejan sobre ella diferentes imágenes y el
resultado de esas impresiones combinadas es lo que se llama "carácter.
Estudiando los grandes caracteres que el mundo ha producido, me atrevo a decir
que, en la gran mayoría de los casos, hallaríamos que la desventura les ha
enseñado más que la felicidad, que la pobreza les enseñó más que la riqueza y
que fueron los reveses más que las alabanzas lo que inflamó su fuego interno. Ahora
bien, este conocimiento es inherente al hombre; ningún conocimiento viene de
afuera; todo está en el interior. Cuando decimos que un hombre
"conoce" deberíamos decir, en lenguaje estrictamente psicológico, que
"descubre" o "devela"; lo que un hombre "aprende"
es realmente lo que él "descubre" quitando las envolturas que cubren
su alma, la cual es una mina de conocimiento infinito. Decimos que Newton
descubrió la gravitación. ¿Se hallaba ésta sentada en algún rincón esperándole?
Estaba en su propia mente; llegó el instante propicio y la descubrió. Por lo
tanto, todo conocimiento temporal o espiritual está en la mente humana. En
muchos casos no es descubierto sino que permanece oculto y cuando el velo se va
alzando lentamente, decimos que "estamos aprendiendo", y el adelanto
en el conocimiento es hecho en virtud de este adelanto en el proceso de
descubrir. El resultado es lo que somos; al conjunto de todos esos impactos se
le llama karma -obra, acción. Cada golpe mental y' físico dado al ego por el
cual, podemos decir, se produce la chispa, Y por los cuales éste descubre su
propio poder y conocimiento, es karma, usando la palabra en su más
amplio sentido; así, pues, todos estamos produciendo continuamente karma. Todo
lo que hacemos, física o mentalmente, es karma y deja sus huellas en nosotros. Hay
ciertos movimientos que son como el agregado, la suma total, de un gran número
de impulsos más pequeños. Si nos acercamos a la costa del mar y oímos las olas
al estrellarse contra las rocas nos parece oír un gran ruido; y sin embargo
sabemos que una ola está compuesta, realmente, de millones y millones de
diminutas olas, cada una de las cuales hace un ruido que nosotros, no obstante
no percibimos; sólo las oímos cuando se agrupan en esa gran masa. Observad a un
hombre cuando ejecuta sus más comunes acciones; esas son, ciertamente, las que
os revelarán el verdadero carácter de un gran hombre. Las grandes ocasiones
elevan hasta al más bajo de los seres humanos a cierta clase de grandeza, pero
sólo es realmente grande aquel cuyo carácter es siempre grande, es siempre el
mismo, dondequiera esté. El karma, en sus efectos sobre el carácter, es el
poder más formidable con que el hombre tiene que enfrentarse. El hombre es,
diremos, un centro y está atrayendo hacia sí todos los poderes del universo; en
este centro funde a todos ellos y los emite de nuevo en una poderosa corriente.
Todas las acciones que vemos en el mundo, todos los movimientos en la sociedad
humana, todas las obras que tenemos en torno nuestro son, simplemente, el
despliegue del pensamiento, la manifestación de la voluntad del hombre. Así
como es el karma, así es la manifestación de la voluntad. La voluntad
gigantesca de un Buddha o de un Jesús no podía ser adquirida en una sola vida,
porque sabemos quienes fueron sus padres. Nada nos dice que éstos pronunciaran
una sola palabra por el bien de la humanidad. La gigantesca
voluntad que Buddha y Jesús esparcieron en el mundo, ¿de dónde les vino?; ¿de
dónde proviene esta acumulación de poder? Debe haber estado allí durante edades
y edades. Todo esto es determinado por el karma, la acción. Nadie puede obtener
cosa alguna a no .ser que merezca; ésta es
una ley eterna; algunas veces podemos pensar que no es así, pero a la larga
llegamos a convencernos de ello. Un hombre puede luchar toda su vida por
conseguir riquezas; puede trampear a miles, pero al fin se da cuenta que no
merece ser rico y su vida se le hace molesta y' una pesada carga. Si lo que
somos ahora es el resultado de nuestras pasadas acciones, se desprende de ello,
claramente, que todo lo que deseemos ser en el futuro puede ser producido por
nuestras acciones presentes; así, pues, tenemos que saber cómo actuar. Debéis
recordar que toda acción es simplemente exteriorizar el poder de la mente, ese.
Poder que ya existe en ella, despertar al ego. El poder está dentro de cada
hombre, también lo está el conocimiento; las diferentes acciones son como
golpes que los hacen surgir, que despiertan a esos gigantes. El hombre actúa
por distintos motivos; no puede haber acción sin motivo. Algunos quieren la
fama y trabajan por la fama. Otros ambicionan dinero y trabajan por el dinero.
Otros buscan poder y trabajan por el poder. Hay quienes quieren conseguir el
cielo y actúan con el fin de alcanzarlo. Los hay que trabajan por dejar un
nombre cuando se mueran, como hacen en China, donde ningún hombre consigue un
titulo hasta que muere; costumbre me- jor que la nuestra después de todo. Otros
trabajan como cumpliendo una penitencia; después de cometer toda clase de maldades
hacen levantar un templo o dan algo a los sacerdotes para comprárselos y
obtener de ellos un pasaporte para el cielo. Piensan que esta clase de
beneficencia les purificará y seguirán viaje sin pagar tasa alguna, a despecho
de sus pecados. Tales son algunos de los diferentes motivos para actuar. Trabajad
por amor al trabajo. Hay en cada país unos pocos seres humanos que son,
realmente, la sal de la tierra y que trabajan por amor al trabajo, sin
preocuparse del renombre ni la fama, ni siquiera de ir al cielo. El deseo de
nombre y fama, rara vez produce resultados inmediatos; por regla general ya
somos viejos cuando llegan a nosotros y estamos cansados de la vida. En primer
lugar, un hombre que puede trabajar cinco días, o menos aún, cinco minutos sin
ningún motivo egoísta, sin pensar en el futuro ni en el cielo, ni en el
castigo, ni en ninguna cosa por el estilo, tiene en sí la capacidad de llegar a
ser un poderoso gigante moral. Es difícil de hacer esto, pero en lo íntimo de
nuestros corazones reconocemos su valor y el bien que produce. Este tremendo
control es la más grande manifestación de poder; este auto-control es una
manifestación de mucho mayor poder que el necesario para cualquier otra acción
externa. Este auto-control tenderá a producir una voluntad poderosa, un
carácter que dará un Buddha o un Cristo. Los insensatos no conocen este
secreto; sin embargo quieren dirigir a la humanidad. Hasta un tonto puede regir
al mundo entero si actúa y espera. Que aguarde unos años, que controle la necia
idea de gobernar, y cuando ésta se haya ido totalmente, él será
un poder en el mundo. La mayoría de nosotros no alcanza a ver más allá de unos
pocos años, lo mismo que ciertos animales que no pueden ver más allá de unos
cuantos pasos. Surge una cuestión difícil
con respecto a este ideal de la acción. Es necesaria la actividad intensa,
debemos actuar siempre. No podemos vivir un minuto sin actuar. Entonces, ¿qué
hay del descanso? He aquí un aspecto de la lucha por la vida: la acción, en
cuyo torbellino somos rápidamente absorbidos. Y he aquí el otro: la calma, la
íntima renunciación; apacible a nuestro alrededor, hay muy poco ruido y pocos
actores en la escena, sólo está la naturaleza con sus animales, plantas y
montañas. El hombre ideal es aquel que, en medio del más grande silencio y
soledad, halla actividad intensa, y en medio de la más intensa actividad, el
silencio y la tranquilidad del desierto. Este es el ideal del karma-yoga, y si
habéis alcanzado esto, habréis aprendido, realmente, el secreto de la acción.
Tenemos que empezar por el principio, ocuparnos de los trabajos
que nos corresponda, aceptándolos como son, Y prodigar lentamente, ser más
inegoístas cada día. Debemos hacer la obra y buscar el móvil que nos impulsa a
hacerla, y casi sin excepción, en los primeros años, encontraremos que nuestros
móviles son siempre egoístas; pero, gradualmente, este egoísmo se desvanecerá
con la persistencia, hasta que al fin llegará un momento en que podamos hacer
obra realmente inegoísta.
CAPÍTULO SEGUNDO
CADA UNO ES GRANDE EN SU PROPIO
LUGAR
La filosofía sankhya y la
naturaleza. En todo hombre existen esas tres fuerzas de la naturaleza, que se
manifiestan como: equilibrio, actividad e inercia. Su predominio de una u otra
determina la característica de los hombres. Son diferentes las ideas sobre
moral, sin embargo, buscamos una norma universal. También varían las ideas
acerca del deber. "No resistir al mal". Aquél que no tiene fe en sí
mismo no puede tener fe en Dios. No siempre es malo quien resiste al mal, y
puede ser, a veces, el deber de quien así actúa. El "Bhagavad Guita"
y la no-resistencia. Sólo cuando se haya logrado el poder resistir al mal, será
una virtud la no-resistencia. Hay que pasar por la actividad para llegar a la
perfecta calma. La inactividad debe ser evitada. Son muy pocas las personas que
han logrado la calma, la capacidad de no resistir al mal. Lo mejor es cumplir
con el propio deber, pues, el deber de uno no es el deber del otro. Los
diferentes caracteres son variaciones naturales de la creación. En los Vedas se
repite una palabra "intrepidez". El temor es un signo de debilidad.
Según
la filosofía sankhya la naturaleza está compuesta de tres fuerzas, llamadas en
sánscrito sattva rajas y tamas. Estas fuerzas en su manifestación en el mundo
físico son lo que podemos llamar equilibrio, actividad e inercia. Lo típico del
tamas es la oscuridad o inactividad; rajas es actividad, expresada como
atracción o repulsión; y sattva es el equilibrio de las dos. En cada hombre
existen estas tres fuerzas. Algunas veces, predomina el tamas; nos volvemos
perezosos, no nos podemos mover, somos inactivos, esclavizados por ciertas
ideas o por simple torpeza. Otras veces, prevalece la actividad, y otras, en
fin, esa calma producida por el equilibrio de ambos. Lo mismo ocurre en toda la
creación -tanto en los animales y las plantas como en los hombres-, donde
hallamos las manifestaciones más o menos típicas de todas esas diferentes
fuerzas. El karma-yoga trata especialmente de estos tres factores. Sabiendo lo
que son Y' cómo emplearlos, nos servirán de ayuda para hacer mejor nuestra
obra. La sociedad humana es una organización constituida por grados. Todos
sabemos lo que es moralidad, lo que es deber, pero, al mismo tiempo, vemos que
según los países el significado de "moralidad" varía grandemente. Del mismo modo, en todos los otros aspectos de
la moralidad hallamos que la norma varía grandemente y, sin embargo, tenemos la
idea de que debe haber una norma universal de moralidad. - Lo mismo pasa con el
deber.. Dos caminos nos quedan: el del ignorante que piensa que sólo hay un
camino hacia la verdad y que todos los otros están equivocados, y el del sabio,
que admite que, según nuestra constitución mental o los distintos planos de
existencia en que estamos, el deber y la moralidad pueden variar. Lo importante
es saber que hay gradaciones en las normas de deber y moralidad, que el deber
de un estado de la vida, en cierta clase de circunstancias, no es ni puede ser
el de otro. Nuestro primer deber es no
odiarnos a nosotros mismos, porque para progresar tenemos que tener primero fe
en nosotros mismos y después en Dios. El que no tiene fe en sí mismo no puede
tener fe en Dios.
Tal es la idea central del
karma-yoga. El karma-yogui es el hombre que comprende que el más elevado ideal
es la no-resistencia y, además, que ésta es la más alta manifestación de poder
cuando realmente se posee; y también sabe que lo que se llama resistencia al
mal es sólo un paso en el camino que conduce a la manifestación de ese poder
más elevado, es decir, a la no-resistencia. Mientras no haya llegado a este
ideal más elevado, el deber del hombre es resistir al mal; debe actuar, debe
luchar, debe resistir con toda su fuerza. La inactividad debe ser evitada por
todos los medios. Actividad siempre significa resistencia. Resistid todos los
males mentales y físicos y cuan" do logréis resistirlos entonces vendrá la
calma. Es muy fácil decir: "no odies a nadie, no resistas al mal",
pero nosotros sabemos lo que esto significa en la práctica. En el sistema moral
hindú, hallamos que este hecho ha sido reconocido desde muy antiguos tiempos;
sus escrituras y libros sobre ética, establecen diferentes reglas para las
diversas clases de hombres: para el jefe de familia, para el sannyasin (El que
ha renunciado al mundo) y para el estudiante. La vida de cada individuo, según
las escrituras hindúes, tiene sus deberes particulares aparte de los que
pertenecen en común a la humanidad toda. El hindú comienza su vida como
estudiante; después se casa y se hace jefe de familia; a la vejez se retira, y,
finalmente, abandona el mundo y se hace sannyasin. A cada uno de esos estados
de la vida pertenecen ciertos deberes. Esos cuatro costados de vida, en la
India, han sido en los últimos tiempos reducidos a dos: el de jefe de familia y
el de monje. El jefe de familia se casa Y' cumple sus deberes de ciudadano, y
el deber del otro es dedicar sus energías totalmente a la religión, predicar y
adorar a Dios. Os leeré algunos pasajes del "Maha-Nirvana-Tantra" que
tratan de este asunto y veréis que es una muy difícil tarea para un hombre, ser
jefe de familia y cumplir todos sus deberes perfectamente. "Es la cosa más difícil de este mundo
trabajar y no preocuparse por los resultados; ayudar a un hombre y no pensar
jamás que debe estar agradecido, hacer alguna obra buena sin mirar nunca si
traerá renombre y fama, o nada del todo. El gran deber del jefe de familia es
ganar el sustento, pero, debe cuidarse de no hacerlo valiéndose de la mentira,
o del engaño, ni robando a los demás; tiene que recordar que su vida debe ser
dedicada al servicio de Dios y de los pobres. "Sabiendo que el padre y la
madre son los representantes visibles de Dios, el jefe de
familia siempre y por todos los medios, debe brindarles satisfacciones. Si el
padre y la madre están contentos, Dios está satisfecho con el hijo. Es,
realmente, un buen hijo aquel que jamás usa palabras duras con los padres. ¡”Delante
de los padres no deben hacerse bromas, ni mostrar impaciencia, ni cólera o
irascibilidad. Ante el padre y la madre un hijo debe inclinarse
respetuosamente, permanecer de pie en su presencia y no sentarse hasta que
ellos se lo manden. Si el jefe de familia tiene comida, bebida y ropas: sin
mirar primero que no carezcan de ellos su padre y su madre, sus hijos, su
esposa y los pobres, comete un pecado. La madre y el padre son las causas de su
cuerpo, así que el hombre debe sufrir miles de molestias por hacerles bien. "Lo
mismo son sus deberes para con la esposa; nadie debe reñir a su esposa, debiendo
tratarla siempre como si fuera la propia madre. Y aun cuando se halle en las
mayores dificultades y trastornos, no debe enojarse con ella. "El que piensa en otra mujer que no sea
su esposa, si la toca aun mentalmente, ese hombre irá al oscuro infierno. Los
siguientes son los deberes hacia los hijos: "Un hijo debe ser criado
cariñosamente hasta su cuarto año; instruirlo hasta los dieciséis; a los
veinte, emplearlo en algún trabajo y, entonces, ser tratado afectuosamente por
el padre como a su igual.
"El hombre no debe decir que es pobre ni rico; y
nunca jactarse de su riqueza. Que sea su propio consejero; éste es su deber
religioso. Esto no es mera sabiduría mundana; si un hombre no lo hace así, debe
ser tenido por inmoral.
"El jefe de
familia es la base, el sostén de toda la sociedad; el principal dador. El
pobre, el débil, los niños y las mujeres que no trabajan, todos viven del jefe
de familia; por lo tanto, a su cargo están ciertos deberes que debe cumplir, y
para llevarlos a cabo debe sentirse fuerte y no pensar que está haciendo cosas
inferiores a su ideal. Al mismo tiempo, debe luchar reciamente para lograr las
siguientes cosas: en primer lugar, conocimiento, Y en segundo lugar,
prosperidad. Este es su deber, y si no lo hace será un nadie. Un jefe de
familia que no lucha por conseguir prosperidad, es inmoral. Si es perezoso y se
contenta con llevar una vida ociosa, es inmoral porque de él dependen
centenares de personas. Si logra riquezas, centenares de personas podrán vivir
de ella. A menudo los hombres emprenden cosas sin contar con los medios para
realizarlas, con el resultado que engañan a otros para lograr sus fines. Luego
hay en todas las cosas el factor tiempo que debe tomarse en consideración; lo
que en cierto momento puede ser un fracaso, tal vez, en otro, sea un grandísimo
jefe de familia debe decir la verdad, hablar cordialmente,
usar las palabras que agradan a la gente y que harán bien a los demás; no debe
hablar de los asuntos relacionados con los otros hombres.
Era una antigua costumbre en la India que las princesas
eligieran esposo de esta manera, teniendo cada una su idea acerca de la clase
de hombre que quería para marido; unas preferían el más hermoso; otras el más
erudito; otras, a su vez, el más rico, y así por el estilo... Todos los
príncipes de los países vecinos se presentaban ante ella con sus más lujosos
atavíos. A veces, también ellos tenían pregoneros que enumeraban ventajas y
razones por las cuales esperaban que la princesa los eligiera. Entonces, el sannyasin dijo al rey:
"Rey, habéis visto que cada uno es grande en su lugar. Si queréis vivir en
el mundo, vivid como aquellos pájaros, pronto en cualquier momento para
sacrificarlos por los demás. Si queréis renunciar a él, sed como aquel joven
para quien la más hermosa mujer y un reino nada significaron.
CAPÍTULO TERCERO
EL
SECRETO DE LA ACCIÓN
Hay tres clases de ayuda. La ignorancia es la madre de todo el
mal y de todo el sufrimiento. Toda acción es una mezcla de bien y mal... Cómo
se forma el carácter bueno o malo. La idea central del "Bhagavad
Guita" es: actuar incesantemente sin apegarse a la acción. Definición de
"carácter" y explicación de las "tendencias inherentes" del
individuo. Las impresiones de la vida pasada determinan el carácter. Cristo era un devoto y Buddha un conocedor,
desarrollando plena actividad, pero ambos alcanzaron la misma meta. La meta de
todo es la libertad. La naturaleza debe servir al alma individual para alcanzar
su perfección, no para esclavizarla. Todos los males y sufrimientos son
causados por el egoísmo" El amor siempre produce felicidad. La meta del
amor y la libertad es el desapego. Si podemos actuar sin idea de recompensa, la
acción no producirá ligadura. El derecho y la justicia que vemos en el mundo es
mera charla de niños. Hasta la justicia y el derecho deben apoyarse en la
clemencia. Ayudar a otros físicamente aliviando sus necesidades físicas es,
ciertamente, grande; pero la ayuda es mayor cuando la necesidad es más grande y
duradera la ayuda. Si las necesidades de un hombre se pueden aliviar por una
hora, el hacerla es, en verdad, ayudarle; si le pueden ser solventadas por un
año, la ayuda será mejor; pero si se le eliminaran para siempre, ésta sería,
seguramente, la más grande ayuda que podría prestársele. El conocimiento
espiritual es la única cosa que puede destruir nuestras miserias para siempre;
cualquier otro conocimiento sólo satisface las necesidades por cierto tiempo.
El conocimiento del espíritu es el único que destruye para siempre la condición
de necesitado; así, la ayuda espiritual es la más elevada ayuda que puede
brindarse al hombre; aquel que da conocimiento espiritual es el más grande
benefactor de la humanidad y como tal vemos que los hombres más poderosos son
aquellos que han ayudado al hombre en sus necesidades espirituales; porque la
espiritualidad es la verdadera base de todas nuestras actividades en la vida.
Un hombre sano Y fuerte espiritualmente, será fuerte en todo otro aspecto, si
así lo desea; mientras no haya fortaleza espiritual en el hombre ni siquiera
las necesidades físicas podrán ser bien satisfechas. Después de la ayuda
espiritual viene la intelectual; el dar conocimiento es mucho más elevado que
dar alimento y vestido; es aun más grande que dar la vida a un hombre, porque
la vida real de éste consiste en el, conocimiento; la ignorancia es muerte, el
conocimiento, vida. La vida es de muy poco valor si transcurre en la oscuridad,
marchando a tientas entre la ignorancia y la desdicha. Sigue en orden,
naturalmente, la ayuda física. Por lo tanto, al considerar la cuestión de
ayudar a los demás, debemos tratar siempre de no cometer el error de creer que
la ayuda física es la única que puede brindarse; no sólo es la última sino la
menor, pues no puede producir satisfacción permanente. Así
es que, la ayuda que tiende a hacernos espiritualmente fuertes es la más
elevada, luego sigue la intelectual y después la física. El sufrimiento del mundo no puede ser remediado solo por .la
ayuda física; en tanto que la naturaleza del hombre sufra cambios, esas
necesidades físicas surgirán siempre y las desventuras serán continuamente
sentidas sin que ninguna suma de ayuda física pueda remediarlas completamente. Podemos
hacer de cada casa un asilo; podemos llenar la tierra de hospitales, las
desdichas humanas continuarán existiendo mientras el hombre no cambie su
carácter.
Leemos en el "Bhagavad-Guita", repetidas veces, que
todos debemos actuar incesantemente. Todo esto está, por naturaleza, compuesto
de bien y mal. No podemos llevar a cabo ningún acto que produzca algún bien en
alguna parte; ni puede haber alguno que no cause daño en parte alguna. Cada
tarea ha de ser, necesariamente una mezcla de bien y mal; sin embargo, el
mandato es que debemos actuar incesantemente. Ambos, bien y mal, producirán sus
resultados, producirán su karma. Esta es la idea central del "Guita":
obrar incesantemente sin apegarse a la obra. Samskara puede ser traducido,
aproximadamente, como "tendencia inherente". Usando el símil de un
lago para la mente, pequeña o gran ola que en ella se produce, al desaparecer
no muere enteramente sino que deja una huella y una futura posibilidad de que
surja de nuevo. Esto es, realmente, lo que llamamos carácter; y éste, en cada
hombre, está determinado por la suma total de esas impresiones. Si prevalecen
las buenas, el carácter se vuelve bueno, si las malas, malo. Si un hombre oye
continuamente malas palabras, piensa malos pensamientos y ejecuta malas
acciones, su mente estará llena de malas impresiones; y éstas influenciarán
su pensamiento y actos sin que él sea consciente de ello. Similarmente, si un
hombre piensa buenos pensamientos y ejecuta buenas obras, la suma total de esas
impresiones será buena y le forzará a hacer el bien, aun a despecho de sí
mismo. Por este continuo reflejo de buenos pensamientos, buenas impresiones que
se mueven en la superficie de la mente, la tendencia para hacer el bien se hace
fuerte, y como resultado nos sentimos capaces de controlar los indriyas (los
órganos de los sentidos, los centros nerviosos). Sólo así se afirmará el
carácter; sólo entonces adquiere un hombre la verdad; un hombre así está seguro
para siempre; no puede hacer mal alguno; podéis ponerle en cualquier compañía;
no habrá peligro alguno para él. Hay todavía un estado más elevado que el de
tener esta buena tendencia, y es el deseo de lograr la liberación. Debéis
recordar que la libertad del alma es la meta de todos los yogas y cada uno de
ellos lleva igualmente al mismo resultado. Por solo el trabajo pueden los
hombres llegar a donde llegó Buddha en gran parte, por la meditación y Cristo
por la oración. De la misma manera, las malas tendencias han de ser
contrarrestadas por las buenas y las malas impresiones de la mente,
reemplazadas por las frescas ondas de las buenas, hasta que todo lo malo desaparezca
casi por completo o sea sometido y tenido bajo control en un rincón de la
mente; pero después de esto, las buenas tendencias tienen también que ser
conquistadas. ¿Cómo puede lograrse esto? Vemos que las impresiones de cualquier
acción a la cual nos ligamos, perdura. Puedo encontrar cientos de personas
durante el día y entre ellas una a quien amo; cuando me retiro a la noche yo
puedo tratar de recordar todas las caras que he visto, pero sólo una se
presenta en mi mente: la que sólo vi., quizá, un minuto y a la cual amo; todas
las otras se han desvanecido.
Por consiguiente, sed "desapegados"; dejad que
las cosas actúen; que actúen los centros cerebrales; actuad incesantemente,
pero que ni una sola onda conquiste la mente. Recordad aquel gran dicho de la
filosofía sankhya: "La totalidad de la naturaleza es para el alma, no el
alma para la naturaleza". La naturaleza existe por una sola razón: la
educación del alma individual; no tiene otro significado; está aquí por que el
hombre debe tener conocimiento Y por el conocimiento debe liberarse.
La clave de esta enseñanza es que debéis actuar como
"amo" y no como "esclavo"; actuad incesantemente, pero no
trabajéis como esclavos. ¿No veis cómo todos trabajan? Nadie puede estar
enteramente en reposo; el noventa y nueve por ciento de los hombres trabajan
como esclavos, y el resultado es la desdicha; todo es trabajo egoísta. ¡Trabajad
en la libertad! ¡Trabajad en el amor! La palabra “amor" es muy difícil de
comprender; el amor no llega hasta tanto no hay libertad. No hay posibilidad de
verdadero amor en el esclavo. La existencia
real, el conocimiento real y el amor real están eternamente relacionados entre
sí, los tres en uno; donde está uno de ellos los otros tienen que estar
también; son los tres aspectos del uno sin segundo Existencia - Conocimiento -
Dicha-. Cuando esta existencia se hace relativa, la vemos como el mundo; este
conocimiento se modifica a su vez en el conocimiento de las cosas del mundo; y
esta dicha constituye la base de todo verdadero amor que el corazón del hombre
ha conocido. Por lo tanto el verdadero amor nunca puede reaccionar de modo que
cause dolor ni al amante ni al amado. Suponed que un hombre ama a una mujer; la
quiere toda para sí solo y siente violentos celos de ella a cada momento;
quiere que esté sentada cerca de él, que esté junto a él y que coma y se mueva a
su pedido. Es un esclavo de ella y quiere tenerla como esclava suya. Esto no es
amor, es una especie de afecto mórbido del esclavo, que se insinúa como amor. Donde quiera hay apego, atracción por las
cosas mundanales, debéis saber que todo ello es atracción física entre grupos
de partículas de materia; algo que atrae dos cuerpos cada vez más cerca y si no
pueden juntarse lo bastante produce dolor; pero donde hay amor real no descansa
de ninguna manera en la atracción física. Tales amantes pueden estar a mil
millas uno del otro y su amor será siempre el mismo; no muere y nunca producirá
ninguna reacción dolorosa.
Hablamos con frecuencia del derecho y la justicia, pero vemos
que en el mundo derecho y justicia es mera charla de niños. Hay dos cosas que
guían la conducta de los hombres: el poder y la compasión. El ejercicio del
poder es invariablemente ejercicio del egoísmo. Todos los hombres y mujeres
tratan de aprovechar lo más que pueden cualquier poder o ventaja que tengan. La
compasión es el cielo mismo; para ser buenos debemos todos ser clementes. Hasta
la justicia y el derecho deben apoyarse en la clemencia. El hombre in egoísta y
desapegado puede vivir en el antro mismo del vicio de una populosa ciudad y no
será tocado por el vicio. Cuando principié a aprender inglés leí en un libro de
cuentos, uno acerca de un niño bueno que iba a trabajar y le daba algo de lo
que ganaba a su anciana madre, y esto era ensalzado a lo largo de, tres o
cuatro páginas. ¿Qué significaba esto? Ningún niño hindú podrá comprender jamás
la moraleja de este cuento. Y yo la comprendo recién ahora al oír hablar de la
idea occidental: cada hombre debe vivir para sí mismo. Y algunos hombres se
quedan con todo abandonando a padres, madres, esposas e hijos. 'Nunca, ni en
parte alguna debe ser éste el ideal del jefe de familia.
Ahora veis lo que significa karma-yoga: aun a costa de la
vida ayudar a cualquiera, sin indagar nada. Aunque os engañen un millón de
veces no preguntéis nunca, ni penséis jamás en lo que estáis haciendo. Nunca os
jactéis por dar limosnas a los pobres ni esperéis su gratitud; más bien
estadles agradecidos porque os dan la ocasión de practicar la caridad. Así,
pues, veis claramente que ser un jefe de familia ideal es mucho más difícil que
ser un sannyasin ideal; una vida de verdadera acciones, ciertamente, tan dura,
si no más, que una verdadera vida de renunciación.
CAPITULO CUARTO ¿QUE ES EL DEBER?
Diferentes ideas acerca del deber. El "Bhagavad
Guita" y el deber. Ningún hombre ha de ser juzgado por la mera
naturaleza de los deberes; debe juzgarse por la manera y el espíritu con que se
ejecutan. El deber se hace agradable por
el amor. Hay que saber aguantar las asperezas de la vida. El amor de madre es la prueba del más grande
inegoísmo; solo lo supera el amor de Dios. Podemos superamos haciendo el deber
más cercano y así acumulando fuerzas para alcanzar un estado más elevado. La
recta ejecución de los deberes en cualquier condición o etapa de la vida,
conduce la más alta realización de la perfección del alma individual. La
competencia despierta la envidia y mata la bondad del corazón. Estemos siempre
dispuestos a arrimar el hombro a la rueda cuando haya que desatascar el carro.
Es necesario en el estudio del karma-yoga saber qué es el
deber. Si tengo que hacer algo debo saber primero que ése es mi deber, y
entonces podré hacerla. Además, entre los pueblos hay diferentes ideas acerca
del deber. Los mahometanos dicen que lo que está escrito en el Corán, es su
deber; los hindúes, que lo que está en los Vedas es su deber, y los cristianos,
que su deber es lo que está en la Biblia. Vemos que hay diversas ideas del
deber, que cambian acorde con las distintas etapas de la vida, diferentes
períodos históricos y los diferentes pueblos. El término "deber",
como ocurre con cualquier otro término abstracto universal, es imposible de
definir claramente; sólo podemos hacernos una idea de lo que es por el
conocimiento de su modo práctico de obrar y sus resultados. Cuando ciertas
cosas ocurren ante nosotros, tenemos todo un impulso natural o adquirido a
obrar de cierta manera con respecto a ellas; cuando viene este impulso, la
mente comienza a pensar acerca de la situación; unas veces, piensa que es bueno
obrar de cierto modo dadas ciertas condiciones, y otras, que es erróneo verlo
así aun en circunstancias idénticas. La idea del deber es, en todas partes, que
todo hombre bueno debe seguir los dictados de su conciencia. Pero, ¿qué es eso
que hace de un acto un deber? Si un cristiano encuentra un pedazo de carne
vacuna y no la come para salvar su propia vida, o no la da para salvar la de
otro, sin duda, sentirá que no ha cumplido con su deber. Pero si un hindú se
atreve a comerla o darla a otro, con seguridad que sentirá, también, no haber
cumplido su deber; la costumbre y la educación del hindú se lo harán sentir así
En el siglo último hubo en la India notables bandas de ladrones llamados thugs;
creían que su deber era matar a todo el que pudieran y quitarle su dinero;
cuanto mayor era el número de víctimas tanto mejor pensaban de ellos mismos.
Comúnmente, si un hombre sale a. la calle y le tira un tiro a otro, se siente
paternalmente afligido por ello, pensando que ha hecho mal; -pero si este mismo
hom- bre, como soldado de un regimiento, mata no uno sino veinte, seguro que se
sentirá satisfecho y pensará que ha cumplido con su deber perfectamente bien.
Por lo tanto, vemos que no es lo que se hace lo que define un deber. Dar una
definición objetiva del deber es, pues, enteramente imposible. Sin embargo,
existe el deber desde el punto de vista subjetivo. Cualquier acción que nos
acerca a la divinidad es buena, y es nuestro deber; toda acción que nos rebaja,
es mala y no es nuestro deber. Desde
este punto de vista, vemos qué ciertos actos tienen
tendencia a exaltarnos y ennoblecernos, mientras otros tienden a degradamos y
embrutecemos. Pero no es posible establecer, con certeza, la tendencia que
tendrán determinados actos en relación a todos los individuos, según su clase y
condición. Hay, empero, una sola idea del deber que ha sido universalmente
aceptada por toda la humanidad, en todas las épocas, sectas y países, y que ha
sido sintetizada en un aforismo sánscrito, así: -"No hagas dañó a ningún
ser; no hacer daño a ser alguno, es virtud; hacer daño a cualquiera, es
pecado'.
El Bhagavad Guita" alude, frecuentemente, a los deberes que
dependen del nacimiento y posición social en la vida. El nacimiento y posición
en la vida, y en la sociedad, determinan, en gran parte, la actitud moral y
mental de los individuos hacia las varias actividades de la vida. Por lo tanto
es, nuestro deber llevar a cabo aquella obra que nos exalte y ennoblezca, de
acuerdo con las actividades e ideales de la sociedad en la cual hemos nacido.
Pero, debemos recordar, muy particularmente, que los ideales y actividades no
son los mismos en todas las sociedades y países; nuestra ignorancia de esto es
la causa principal de gran parte de la aversión que sienta un pueblo por otro.
El americano piensa que todo lo que hace de acuerdo con las costumbres de su
país es lo mejor que se puede hacer y que el que no las siga debe ser muy
malvado. El hindú cree que sus costumbres son las mejores del mundo y las únicas
correctas, y que quien no las practique ha de ser el peor de los seres
vivientes. Este es un error muy natural que todos estamos propensos a cometer.
Pero es muy perjudicial y es causa de la mitad de la dureza existente en el
mundo. Cuando vine a este país, yendo por la Exposición de Chicago, se acercó
alguien por detrás y me tiró del turbante. Volví el rostro y vi que era un
hombre muy bien vestido y de distinguida apariencia. Le hablé y cuando vio que
yo sabía inglés se quedó muy abochornado. En otra ocasión, hallándome en la
misma exposición, otro me dio un empujón. Cuando le pregunté por qué lo hacía,
también se avergonzó y balbuceó una disculpa diciendo: "¡Por qué os vestís
de esa manera.!". Las simpatías de estos hombres estaban limitadas por las
vallas de su propio lenguaje y costumbres en el vestir. Mucha de la opresión de
las naciones poderosas sobre las débiles es causada por este prejuicio; seca su
fraternidad para con sus semejantes. Aquel mismo hombre que me dijo por qué no
me vestía como él y que necesitó maltratarme a causa de mi traje, .puede que
fuera un hombre muy bueno, buen padre y buen ciudadano; pero la bondad de su
naturaleza murió en cuanto vio un hombre vestido de modo diferente. Los
forasteros son explotados en todos los países, porque no saben cómo defenderse;
por eso llevan a su tierra falsas impresiones de los pueblos que han visto. Los
marinos, soldados y comerciantes se portan en los países extraños de una manera
muy singular, aunque ni soñarían hacerlo así en su propio país; tal vez por
esto los chinos llaman a los europeos y americanos "diablos
extranjeros". No harían esto si hubiesen visto el lado bueno y generoso de
la vida occidental. Hagamos lo que es nuestro deber por nacimiento; y una vez
hecho éste hagamos el que nos corresponda por nuestra posición en la vida y en
la sociedad. Hay, sin embargo, un gran peligro en la naturaleza humana: que el
hombre nunca se examina a sí mismo. Se cree tan digno de sentarse en el trono
como el mismo rey. Aunque lo sea debe demostrar primero que ha cumplido con los
deberes de su propia posición; y después ya le ven- drán otros más elevados.
Cuando principiamos a trabajar afanosamente en el mundo, la naturaleza nos
golpea a derecha e izquierda y pronto nos hace bailar nuestra posición
apropiada. Ningún hombre puede ocupar satisfactoriamente por mucho tiempo una
posición para la cual no es apto. De nada sirve el quejarse por los arreglos de
la naturaleza. Quien ejecuta una tarea inferior no es por eso, un hombre
inferior. Ningún hombre ha de ser juzgado por la mera naturaleza de sus deberes;
todos debemos ser juzgados por la manera y el espíritu con que los ejecutamos. ¿Cómo,
si no fuera así, podrían los padres cumplir los deberes para con sus hijos, los
esposos para con sUs esposas y viceversa? ¿No nos encontramos con casos de
rozamiento todos los días de nuestra vida? El deber es grato sólo por el amor y
el amor solamente brilla en la libertad. ¿Es disfrutar de la libertad el ser
esclavo de los' sentidos, del enojo, de los celos Y otro centenar de
mezquindades que pueden ocurrir a diario en la vida humana? En todas esas
asperezas que encontramos en la vida, la más alta expresión de la libertad es
soportarlas con paciencia. Las mujeres, esclavas de sus propios temperamentos
irritables y celosos, tienen propensión a culpar a sus maridos y afirmar su "libertad", como ellas
creen, sin saber que por ello sólo prueban que son esclavas. Lo mismo ocurre a
los maridos que eternamente encuentran faltas en sus mujeres. El aspecto de
madre es el más elevado en el mundo, pues, es el único que nos brinda la
posibilidad de aprender y de ejercitar el más grande inegoísmo. El amor de Dios
es el único que supera al amor de madre; todos los otros son inferiores. El
deber de la madre es pensar primero en sus hijos y después en sí misma. Pero,
si en vez de esto, los padres piensan siempre en ellos primero, el resultado es
que entre los padres y los hijos se establece la misma relación que entre los
pájaros y su descendencia, que tan pronto como pueden volar desconocen a sus
padres. Bienaventurado es, ciertamente, el hombre que puede considerar a todas
las mujeres como la representación de la Maternidad de Dios. Bienaventurada
también, la mujer para la cual el hombre representa la Paternidad de Dios
Bienaventurados son los hijos que consideran a sus padres como la Divinidad
manifiesta en la tierra.
Existe un sabio en la India, un gran yogui, uno de los hombres
más asombrosos que he visto en mi vida es original, no enseña a nadie; si le
hacéis una pregunta no os contestará, pues es demasiado para él asumir la
actitud de maestro, pero si aguardáis algunos días, en el curso de una
conversación hará que ésta recaiga sobre el asunto y proyectará sobre él una
luz asombrosa. Me dijo que el secreto de la acción es: "Que el fin y los
medios se unan y sean una misma cosa". Cuando hagáis cualquier cosa no
penséis en nada más. Hacedla como una adoración, como el más elevado culto, y
dedicad toda vuestra vida a ella mientras dure su ejecución. Así, en el cuento
que antes referí, el vyadha y la mujer cumplieron su deber con toda alegría y
de todo corazón y el resultado fue que llegaron a la iluminación; lo cual
demuestra claramente que la recta ejecución de los deberes en cualquier
condición o etapa de la vida, sin ligarse a los resultados, conduce a la más
alta realización de la perfección del alma individual. Sigamos actuando,
cumpliendo, mientras avanzamos, con cualquier deber que se nos presente y
siempre dispuestos a arrimar el hombro a la rueda cuando haya que desatasca un
carro. ¡Entonces, con seguridad, veremos la Luz!
CAPÍTULO QUINTO
NOS
AYUDAMOS A NOSOTROS MISMOS CUANDO PENSAMOS QUE AYUDAMOS AL MUNDO
Toda religión consta de tres partes: filosofía, mitología y
ritual. Los símbolos son necesarios para el culto. "Nombre y forma"
son inseparables. El pensamiento y la
palabra, también, son inseparable. A medida que envejecemos el mundo nos hace
insensibles. La creación se manifestó por el Verbo (por la Palabra Divina).
Poder de la palabra. Psicología de la ayuda. ¿Por qué hemos de hacer bien al
mundo? El mundo no es bueno ni malo; cada uno lo concibe a su manera. Hacer el
bien no es el más elevado motivo de la acción. Es un error pensar que el
fanatismo influye en el progreso del ser humano. Ayudando al mundo nos ayudamos
a nosotros mismos; Hay un Dios en este
universo; todos los cambios y manifestaciones del mundo son Suyos; No debemos odiar a nadie; el mundo es un gran
gimnasio moral donde nos ejercitamos para elevamos
espiritualmente; No debemos ser
fanáticos porque el fanatismo es opuesto al amor.
Antes
de considerar más extensamente la forma en que la devoción al deber nos ayuda
en nuestro progreso espiritual, permitidme que abra un breve paréntesis para
presentaros otro aspecto de lo que en la India designamos por karma. Todas las
religiones constan de tres partes: filosofía, mitología y ritual La filosofía
es, naturalmente, la esencia de cada religión; la mitología la explica e
ilustra por medio de las más o menos legendarias vidas de los grandes hombres,
relatos y fábulas, de cosas asombrosas, etc.; el ritual da a esa filosofía una
forma todavía más concreta para que todo el mundo pueda alcanzarla -el ritual
es, en efecto, la filosofía llevada a. lo concreto-. Este ritual es karma; es
necesario en toda religión, porque muchos de nosotros no podemos comprender las
cosas espirituales abstractas hasta haber crecido mucho espiritualmente. Es
fácil para los hombres pensar que pueden comprenderlo todo, pero cuando llegan
a la experiencia práctica se encuentran con que las ideas abstractas,
frecuentemente, son muy difíciles de entender. Por lo tanto, los símbolos son
un gran auxiliar y no podemos prescindir del método simbólico de presentarnos
las cosas. Desde tiempo inmemorial los símbolos han sido usados por todas las
religiones. En cierto sentido, no podemos pensar sino con símbolos; las
palabras mismas son símbolos del pensamiento. En otro sentido, todas las cosas
en el universo pueden ser consideradas como un símbolo. El universo entero es
un símbolo y en él se oculta la esencia.: Dios. Esta especie de simbología no
es mera creación del hombre; no ocurre que ciertas personas pertenecientes a
una religión se reúnan, inventen algunos símbolos, y así los produzcan de su
propia mente. Los símbolos de religión tienen un crecimiento natural. Si así no
fuera, ¿por qué determinados símbolos están asociados con determinadas ideas en
la mente de casi todos? Ciertos símbolos prevalecen universalmente. Muchos de
vosotros creeréis que la cruz nació por vez primera a la existencia como
símbolo relacionado con el cristianismo, pero es un hecho comprobado que antes
de que el cristianismo existiera, antes que naciera Moisés que los Vedas
aparecieran ni que hubiese ningún registro de las cosas humanas, ya existía
este símbolo. Se sabe que la cruz ha existido entre los aztecas y fenicios;
parece que todas las razas han tenido la cruz. Además el símbolo del Salvador
crucificado, de un hombre clavado en la cruz, parece que ha sido conocido por
casi todos los pueblos. El círculo ha sido un gran símbolo en todo el mundo.
Por otra parte, hay el más universal de todos los símbolos: la suástica.'
Durante cierto tiempo se creyó que los budistas la llevaron consigo por todo el
mundo, pero se ha descubierto que en épocas remotas, muy anteriores al budismo,
ya la usaban otros pueblos. Hallóse en la antigua Babilonia y en Egipto. ¿Qué
demuestra esto? Que todos esos símbolos no pudieron ser puramente
convencionales. Deben tener alguna razón de ser; debe existir alguna asociación
natural entre ellos y la mente humana. El lenguaje no es el resultado de una
convención; no es que las personas jamás se hayan puesto de acuerdo para
representar ciertas ideas mediante determinadas palabras; nunca hubo idea sin
la palabra correspondiente, ni palabra sin su determinada idea; una y otra son inseparables en su naturaleza. Es tan imposible crear
convencionalmente un sistema de símbolos como crear un lenguaje. En los
símbolos ritualistas del mundo tenemos una expresión del pensamiento religioso
de la humanidad. Es fácil decir que son inútiles los rituales, templos y otros
elementos de adorno; cualquier niño dirá esto en los tiempos modernos. Pero,
también será fácil para todos ver que quienes hacen su culto en un templo son
en muchos aspectos diferentes de los que no lo hacen en él. Por consiguiente,
el asociarse con los templos especiales, los rituales y otras formas concretas
de cada religión, tiende a despertar en la mente de los fieles las ideas
simbolizadas por esas cosas concretas; y no se demuestra buen juicio al ignorar
del todo los rituales y simbología. El estudio y práctica de esas cosas
constituye, naturalmente, una parte del karma yoga.
La naturaleza humana, empero, se impone algunas veces y nos
lleva a inquirir y considerar alguna de esas comunes - ocurrencias; este deseo
de saber es el primer paso hacia la luz. Aparte del alto valor filosófico y
religioso de la Palabra vemos que los símbolos sonoros desempeñan una parte
importante en el drama de la vida humana. ! Pensad en el poder de las palabras
!Son una gran fuerza tanto en la más alta filosofía como en la vida común.
Noche y día manipulamos esta fuerza sin pensarlo, sin indagar lo que es.
Conocer la naturaleza de esta fuerza y utilizarla bien es también una parte de
karma-yoga. Nuestro deber hacia los demás significa ayudarles; hacer bien al
mundo. ¿Por qué hemos de hacer bien al mundo? Aparentemente, para ayudar al mundo, pero, en realidad es para ayudarnos a nosotros mismos.
Tratar siempre de ayudar al mundo debería ser nuestro más elevado móvil; pero
si lo consideramos bien, hallamos que el mundo no necesita en absoluto nuestra ayuda.
Este mundo no fue hecho para que vosotros o yo viniéramos a ayudarlo. Este
mundo no es ni bueno ni malo; cada hombre concibe su propio mundo. Si un ciego
se pone a pensar acerca. Del mundo, para él será blando o duro, frío o
caliente. Somos una masa de felicidad o infortunio; esto lo hemos comprobado
cientos de veces en nuestras vidas. Generalmente, los jóvenes son optimistas y
los viejos pesimistas. El joven tiene la vida ante sí; el viejo se queja de que
su tiempo pasó; centenares de deseos que no fueron satisfechos luchan en sus
corazones. Ambos son insensatos, sin embargo. La vida es buena o mala según el
estado de mente con que la consideramos; por sí misma no es nada.. El fuego, en
sí, no es bueno ni malo. Cuando nos calienta decimos: "¡Qué lindo
fuego!" Cuando nos quema los dedos, lo maldecimos. Este mundo. Es
perfecto. Por perfección significamos que está admirablemente adaptado a sus
fines. Todos podemos estar enteramente seguros de que marchará completamente
bien sin nosotros y no hay necesidad de que nos rompamos la cabeza por
ayudarle.
Sin embargo,
necesitamos hacer el bien; el deseo de hacer el bien es la más potente fuerza
motriz que poseemos si somos Conscientes durante todo el tiempo que es un
privilegio ayudar a los demás. Debemos obrar y hacer el bien constantemente
porque es una bendición para nosotros mismos. Esta es la única manera de llegar
a ser perfectos. Ninguno de los mendigos a quienes hemos ayudado nos debe un
solo centavo, nosotros se lo debemos todo porque nos han permitido practicar la
caridad con ellos. Es completamente erróneo pensar que nosotros hemos hecho o
podemos hacer bien al mundo, o creer que hemos ayudado a tales y cuales
personas. Había un pobre hombre que necesitaba algún dinero y, no se sabe cómo,
había oído que si se podía conseguir un duende era posible mandarle traer dinero
o lo que quisiera; así pues, estaba muy ansioso de disponer de uno y salió a
buscar a alguien que le enseñara a capturarlo. Al fin, halló un sabio que
poseía grandes poderes y le pidió ayuda. El sabio le preguntó para qué quería
al duende. "Lo quiero para que trabaje por mí; enseñadme cómo puedo
conseguirlo, señor, porque lo deseo mucho", replicó el hombre. Pero el
sabio le dijo. "No os compliquéis, idos a casa". Al día siguiente fue
nuestro hombre otra vez a ver al sabio y principió a lamentarse y suplicar:
"Dadme un genio; yo necesito un genio, señor, ayudadme". Al fin el
sabio se cansó y le dijo: "Tomad este talismán, repetid tal palabra mágica
y se os presentará un genio que hará todo lo que le mandéis. Pero, tened
cuidado; son seres terribles y deben tenerse constantemente ocupados; si
dejarais de darle trabajo' os quitaría la vida". El hombre replicó:
"Quedaos tranquilo, le he de dar trabajo para toda su vida". Entonces
se fue a un bosque y tras larga repetición de la palabra mágica un enorme duende
se le presentó y dijo: "Yo soy un duende, he sido conquistado por vuestra
magia, debéis tenerme ocupado constantemente, si no, en el momento que dejéis
de darme ocupación os mataré". El hombre le ordenó: "Construidme un
palacio". "Ya está hecho", le contestó, "el palacio está
construido". "Traedme dinero", díjole luego. "Aquí está el
dinero", repuso el duende. "Talad este monte y edificad una ciudad en
su lugar". "Está hecho", contestó, "¿algo más?".
Entonces el hombre comenzó a tener miedo de que no tuviera nada que mandarle;
lo hacia todo en un instante. El duende no esperó. "Si no me dais qué
hacer os comeré", le dijo. El pobre hombre estaba aterrorizado, no hallaba
más ocupación que darle; preso de espanto echó a correr y
correr hasta que llegó al sabio, a quien dijo: "¡OH, señor, proteged mi
vida!" Preguntándole éste qué le pasaba, el hombre contestó: "Que no
tengo nada para darle a hacer al duende; todo lo que le mando lo hace en un
momento y me amenaza con comerme si no le doy más trabajo". Justo en ese
momento" llegó el duende diciendo: "Os voy a comer", y se
disponía a hacerlo. El hombre comenzó a temblar y suplicaba al sabio salvara su
vida éste le dijo: "Yo os hallaré una' escapatoria. Id en busca de aquel
perro que tiene la cola enroscada. Sacad rápidamente vuestra espada, cortársela
y se la dais al duende para que la enderece". El hombre así lo hizo. Cogió
el genio la cola y lenta y cuidadosamente la enderezó, pero en cuanto la
soltaba se enroscaba de nuevo. Volvió, laboriosamente, a enderezarla, solamente
para hallar otra vez que se enroscó apenas la soltó. De nuevo la enderezó,
pacientemente, y vuelta a enroscarse en cuanto la soltaba. Así pasó días y días
hasta que cansado dijo: "Jamás me encontré en tal aprieto en' mi vida; soy
un viejo y veterano duende pero nunca me vi en dificultad semejante. Haré un
trato con vos", dijo al hombre, "permitid que me vaya, os dejaré todo
lo que os he dado - y prometo no haceros daño alguno". El hombre se puso
muy contento y aceptó alegremente la oferta. Este mundo es como la cola enroscada del
perro, la gente ha pugnado por enderezarla durante centenares de años, pero, en
cuanto la sueltan, se enrosca de nuevo. ¿Cómo podría ser de. otro modo? Primero
uno tiene que aprender a actuar sin apego, entonces no será un fanático. Cuando
sepamos que este mundo es como la cola enroscada de un perro y que nunca se
enderezará, no seremos fanáticos. Si no hubiese fanatismo' en el mundo 'habría
mucho más, progreso que el que hay actualmente. Es un error creer que el
fanatismo influye en el progreso del género humano. A la inversa, es un
elemento retardatorio que alimentando el odio y la cólera, lanza a los pueblos
unos contra otros, y hace des aparecer la simpatía entre los hombres. Primero,
debemos grabar en la mente que todos somos deudores del mundo y que él nada nos
debe. Que es un gran privilegio para todos nosotros que se nos permita hacer
algo por el mundo. Ayudando al mundo, en realidad nos ayudamos
a nosotros mismos. El segundo punto es, que hay un Dios en este universo. No es
cierto que es como un barco sin brújula, a merced de los vientos, ni tenga
necesidad de vuestra ayuda ni de la mía. Dios está siempre presente en él. Es
inmortal, eternamente activo y vigilante. Cuando todo el universo duerme, Él
vela; está obrando incesantemente; todos los cambios y manifestaciones del
mundo son Suyos. Tercero, no debemos odiar a nadie. Este mundo continuará
siendo siempre una mezcla de bien y mal. Nuestro deber es simpatizar con los
débiles y querer hasta a los perversos. El mundo es un gran gimnasio moral en
el cual todos tenemos que ejercitamos para llegar a ser más y más fuertes
espiritualmente. Cuarto, no debemos ser fanáticos en modo alguno, porque el
fanatismo es opuesto al amor. Oiréis decir, con toda ligereza a los fanáticos:
"Yo no odio al pecador sino al pecado"; pero yo estoy dispuesto a ir
a cualquier parte. por lejos que sea. para ver la cara del hombre que puede
realmente, hacer una distinción entre el pe- cado y el pecador. Es muy fácil
decirlo. Si pudiésemos distinguir bien entre cualidad y sustancia, nos
convertiríamos en hombres perfectos. No es fácil hacerlo. Y además de todo
esto, cuanto más tranquilos seamos y menos alterados estén nuestros nervios,
amaremos más y mejor será la obra que realicemos
CAPITULO SEXTO
EL DESAPEGO EN LA ACCIÓN ES
ABNEGACIÓN TOTAL
El pensamiento y la influencia de su poder no se destruyen.
El mal multiplica el mal. Según el karma-yoga toda acción da su fruto, y buenas
o malas, las acciones están íntimamente relacionadas. Todo acto produce buenos
y malos frutos al mismo tiempo. La vida es una continua lucha entre nosotros y
lo externo y hablar de una "vida perfecta" es expresar una contradicción
de términos. El mundo nunca podrá ser
totalmente bueno. La felicidad no está en el mundo, se disfruta en el
inegoísmo. La entrega a Dios es la base de toda religión y ética. Hay cuatro
tipos de hombres en este mundo. Pravritti (atraer) y nivritti (repeler) se
relacionan a la naturaleza de la acción. El sendero de la acción conduce a la
misma meta que el de la sabiduría y el de la devoción. La verdadera abnegación.
El "Bhagavad Guita" acerca del desapego en la acción. El actuar en el
mundo no debe tener como meta la búsqueda del placer. La acción adecuada es la
que se ejecuta sin apego. El mundo no necesita ninguna ayuda. Sólo el egoísmo
produce la diferencia entre bien y mal. Para el hombre que ha logrado el
dominio de sí mismo no existe más la esclavitud. Cómo ven el mundo los
optimistas y cómo lo ven los pesimistas. Fin del karma-yoga en la vida
práctica: total abnegación. Todos los yogas nos llevan al mismo fin y nos hacen
perfectos; todo el secreto está en la práctica. Así como cada acción que emana
de nosotros nos vuelve como reacción, también nuestras acciones pueden obrar
sobre otras personas y las de éstas sobre nosotros. Quizá todos habréis
observado que cuando las personas cometen malas acciones se
vuelven más y más malvadas, y que cuando principian a hacer el bien se vuelven
más y más fuertes y aprenden a hacer el bien en todas las ocasiones. Esta
intensificación de le influencia de la acción sólo se explica de este modo:
porque podemos actuar y reaccionar unos sobre otros. Tomemos un ejemplo de la
ciencia física: mientras ejecuto una acción dada, puede decirse que mi mente
vibra de cierta manera; todas las mentes que se hallen en estados similares,
tendrán la tendencia a ser afectadas por mi mente. Si en una habitación hay
diferentes instrumentos musicales afinados al mismo tono, notaréis que cuando
se toca uno, los otros tienden a vibrar reproduciendo la misma nota. Del mismo
modo, todas las mentes que tienen la misma tensión, por así decirlo, serán
igualmente afectadas por el mismo pensamiento. Naturalmente, esta influencia del
pensamiento sobre la mente varía de acuerdo con la distancia y otras causas,
pero la mente está siempre dispuesta a ser afectada. Suponed que estoy haciendo
algo malo, mi mente vibra de cierto modo y todas las mentes del universo que
estén en un estado similar tienen la posibilidad de ser afectadas por la
vibración de mi mente. Por otra parte, cuando estoy haciendo una buena acción
mi mente vibra de otro modo y todas las mentes que estén al unísono con la mía
tienen la posibilidad de ser afectadas por ella; y este poder de una mente
sobre otra es mayor o menor según sea más o menos grande la fuerza de la
tensión. Todo pensamiento proyectado por cada cerebro sigue vibrando, por
decirlo así, hasta que encuentra el objeto apto para recibirla. Cualquier mente
abierta para recibir esos impulsos los captará inmediatamente. Así, cuando un
hombre hace malas acciones pone su mente en cierto estado de vibración, y todas
las ondas que correspondan a esta misma tensión y que, podemos decir, ya están
en la atmósfera, pugnarán por entrar en su mente. Esta es la causa por la que
un malhechor, generalmente, se hace cada vez más malo. Corremos un doble
peligro al hacer mal; primero, nos abrimos a todas las malas influencias que
nos rodean, y segundo, creamos mal que afectará a otros, tal vez, de aquí a
centenares de años. Al hacer el mal nos dañamos a nosotros mismos y, también a
otros. Al hacer el bien nos lo hacemos a nosotros mismos y al mismo tiempo a
los otros, -y, como todas las otras fuerzas del hombre, las del bien y el mal
también recogen fuerza del exterior.
Según el karma-yoga la acción que uno ha hecho no puede
ser destruida hasta que no haya dado sus frutos; ningún poder en la naturaleza
puede impedir el que dé sus resultados. Si yo hago una mala
acción tengo que sufrir por ella; no hay poder en este universo capaz de
evitarlo o detenerlo. Similarmente, si hago algo bueno, no existe poder en el
universo que impida sus buenos resultados. La causa debe tener su efecto; nada
puede impedir ni con- trolar esto. Ahora se presenta una cuestión muy sutil y
seria acerca del karma-yoga, y es ésta: que nuestras acciones, buenas y malas,
están íntimamente relacionadas unas con otras. No podemos trazar una línea de
demarcación y decir: esta acción es enteramente buena y esta otra, enteramente
mala. No hay acto que no produzca buenos y malos frutos al mismo tiempo. Aquel
que en la buena acción ve que hay algún mal y que en medio del mal descubre
algún bien, ha conocido el secreto de la acción. Aunque actuemos durante toda
la eternidad no conseguiremos salir de esta intrincada maraña; podéis seguir
'actuando. y actuando sin cesar; no terminará nunca esa inevitable asociación
de bien y mal en el resultado de la acción. El segundo punto a considerar es: ¿cuál es el
fin de la acción? Veamos que la mayor parte de la gente en todos los países,
cree que llegará un tiempo en que este mundo será perfecto, que no habrá
enfermedades, ni muerte, ni desdichas, ni maldad. Esta es una idea muy buena,
un poderoso acicate para inspirar y hacer creer a los ignorantes, pero si
pensamos un momento, enfrentando bien el problema veremos que no puede ser así.
¿Cómo puede ser, si vemos que el bien y el mal son el anverso y reverso de la
misma medalla? ¿Cómo puede existir bien sin mal al mismo tiempo? ¿Qué es lo que
se quiere decir por perfección? Vida perfecta es una contradicción de términos.
La vida en sí es un estado de continua lucha entre nosotros y todo lo externo.
En todo momento estamos luchando con la naturaleza externa, y si nos vence
perdemos nuestra vida. Es, por ejemplo, una lucha continúa por tener alimento y que no nos falte el aire. Si nos falta uno u otro morimos.
La vida no es una cosa simple que se deslice suavemente, sino un complejo
conjunto de efectos. Esta complicada lucha entre algo interno y el mundo
externo es lo que llamamos vida. Por lo tanto, es evidente que cuando cesa esa
lucha termina la vida. Lo que se entiende por felicidad ideal, es la cesación
dé esta lucha. Pero entonces la vida acabará, porque la lucha sólo cesa cuando
la vida llega a su término. Hemos visto ya que ayudando al mundo nos ayudamos a
nosotros mismos. Hallaréis varias clases
de hombres en este mundo. Primero están los hombres divinos, cuya abnegación es
completa y hacen sólo bien a. los demás, llegando hasta el sacrificio de sus
propias vidas. Estos son los más grandes entre los hombres. Si hubiese cien
hombres así en algún país, ese país no tendría nunca motivo para afligirse.
Pero, desgraciadamente, son muy pocos. Luego, están los hombres buenos que
hacen bien a los demás mientras no se Perjudiquen a sí mismos; y hay una,
tercera clase: los que para lograr su propio beneficio, hacen daño a los demás.
Dice un poeta sánscrito que hay una cuarta e innominable clase de personas que
hacen mal a otras sólo por el placer de hacerlo. Así como en uno de los polos
de la existencia se encuentra el hombre bueno más elevado que hace el bien por
amor al bien, así, en el otro polo, hay otros que hacen el mal por amor al mal.
No ganan nada con ello, pero está en su naturaleza hacer el mal.
Hay dos palabras sánscritas, pravritti, que
significa "atraer", y nivritti, "repeler".
El atraer es lo que llamamos el mundo, "yo" y lo "mío";
incluye todas aquellas cosas que están siempre enriqueciendo ese "yo"
con posición, dinero, poder, nombre y fama, y que son de naturaleza posesiva,
tendiendo siempre a acumular todo en un centro y siendo ese centro el
"pequeño yo". Este es el pravritti, la tendencia natural de cada ser humano:
tomar todo de todas partes y amontonarlo alrededor de un centro, siendo éste el
tan querido yo del hombre. Cuando esta tendencia principia a declinar, cuando
es Univritti" o sea que se "dirige hacia afuera", entonces,
comienza la moralidad y la religión. Tanto pravritti, como nivritti se
relacionan a la naturaleza de la acción; la primera es mala acción, la segunda
es buena acción. Nivritti es la base fundamental de toda moralidad y religión,
y su perfección absoluta consiste en una entera abnegación, en estar pronto a
sacrificar mente, cuerpo y todo por otro ser. Cuando un hombre alcanza este
estado ha logrado la perfección del karma-yoga. Volviendo a uno de nuestros
principales punto, hemos dicho que no podemos hacer bien sin hacer algún mal al
mismo tiempo, o hacer mal sin hacer algún bien. Sabiendo
esto, entonces, ¿cómo podemos actuar? Ha habido sectas en este mundo que de un
modo asombrosamente descabellado han predicado un suicidio lento como único
medio de apartarse del mundo; porque, un hombre para vivir tiene que matar
pobres animalitos y plantas, o dañar a 'algo o a alguien. Por consiguiente,
según ellos la única salida del mundo es la muerte. Los yainas han predicado
esta doctrina como su más elevado ideal. Esta enseñanza parece ser muy lógica.
Pero la verdadera solución se halla en el "Guita". Es la teoría del
desapego, de no apegarse a nada mientras hacemos nuestro trabajo en la vida.
Sabed que estáis completamente separados del mundo aunque vivais en él, y que
cualquier cosa que hagáis, no la hacéis con un fin personal. Toda acción que hagáis
para vosotros producirá sus efectos sobre vosotros mismos. Par la tanto el
karma-yoga enseña: "No abandones el mundo, vive en él, asimila sus
influencias todo lo que puedas; pero si sólo lo haces buscando tu 'propio
.placer, no actúes en modo alguno". El placer no debe ser la meta. Primero
matad vuestro pequeño yo y luego tomad a todo el mundo como si fuerais vosotros
mismos como los antiguos cristianos acostumbraban a decir: "el hombre
viejo debe morir". Ese "hombre viejo", es la idea egoísta de que
todo el mundo está hecho para que nosotros disfrutemos de él. Para actuar adecuadamente, por lo tanto,
tenéis primero que desechar la idea del apego. En segundo lugar, no os mezcléis
en la refriega, manteneos como testigos y seguid trabajando. Mi maestro
acostumbraba decir: "Considerad a vuestros propios hijos, como lo hace la
nodriza". La nodriza tomará a vuestro hijo, lo acariciará y jugará con él
tratándole tan tiernamente como si fuese suyo propio; pero tan pronto como la
despedís, preparase para marcharse de la casa con su equipaje.
Este
modo de ser es la madre de todo apego y de este apego viene todo nuestro dolor.
Esta es una gran lección que debemos aprender en la vida y cuando la hayamos
aprendido totalmente, nunca más seremos desdichados; podemos ir a cualquiera y
a todas partes y mezclamos en la sociedad sin peligro. Podéis tener esposa,
marido, regimientos de sirvientes y reinos para gobernar; con tal que actuéis
basándoos en el principio de que el mundo no es para vosotros, ni os necesita
inevitablemente, nada de ello os podrá hacer daño. Cuando hayáis educado vuestra mente y nervios
para realizar la idea de que el mundo no depende de vosotros ni de ningún otro,
ya no habrá reacción en la forma de resultados dolorosos de la acción. Cuando logréis
el verdadero desapego, nada será bueno ni malo para vosotros. Sólo el egoísmo
produce la diferencia entre bien y mal. Es algo muy difícil de comprender, pero
con el tiempo aprenderéis, que nada en el universo tiene poder sobre vosotros a
menos que se lo permitáis ejercer. Nada tiene poder sobre el Ser del hombre, a
no ser que el Ser cae en la insensatez y pierde su independencia. Así, por el
desapego, os sobreponéis e impedís que poder alguno actúe sobre vosotros.
Así, el hombre que ha ejercido control sobre sí mismo no
puede ser afectado por ninguna cosa externa; se acabó la esclavitud para él. Su
mente se ha Liberado; únicamente un hombre así es apto para vivir bien en el
mundo. Generalmente, encontramos que los hombres tienen dos opiniones acerca
del mundo. Algunos son pesimistas y dicen:
"¡Qué
horrible es este mundo, qué perverso!" Algunos otros son optimistas y
dicen: "¡Cuán bello es este mundo, cuán
maravilloso!" Para aquellos que no han controlado sus propias mentes, el
mundo está lleno de malo en el mejor de los casos, es una mezcla de bien y mal.
Este mismo mundo será para nosotros optimista cuando logremos el dominio de
nuestras mentes. Si somos verdaderos karma-yoguis y deseamos practicar para
llegar a ese estado, dondequiera que comencemos estaremos seguros que hemos de
terminar en la perfecta abnegación; y tan pronto como este yo aparente haya
desaparecido, el mundo entero, que al principio veíamos lleno de mal, nos
parecerá que es el cielo mismo lleno de bienaventuranza. Su misma atmósfera
será bendita; cada rostro humano parecerá bueno.
Todo el secreto está en la práctica. Primero tenéis que
oír, luego pensar, y después practicar. Primero, es sentimiento, luego, se
vuelve querer, y del querer procede esa tremenda fuerza para actuar que correrá
por cada vena, nervio y músculo hasta que la masa total de vuestro cuerpo se
transforme en un instrumento de la inegoísta yoga de la acción, y que el
ansiado resultado de la perfecta abnegación y el total inegoísmo se alcance
debidamente. El logro de esto no depende de ningún dogma, ni doctrina, ni
creencia. No importa que uno sea judío, cristiano o gentil. ¿Sois inegoísta?
Esta es la cuestión.
CAPÍTULO SÉPTIMO LIBERTAD
Ley de karma. Llamamos ley a una serie de fenómenos similares;
no existe en la naturaleza sino en nuestra mente. La existencia al ser limitada
por "nombre y forma" queda sujeta a la ley. No hay libre albedrío. El
universo proviene de la libertad o amor. La experiencia es el único medio para
alcanzar el conocimiento. La acción no puede ser evitada por el hombre común.
Medio de alcanzar la libertad. ¿Qué significa karma-yoga? Reenunciación. Ese
"yo" y "mío" es la causa de todo sufrimiento. Existen dos
métodos para lograr el desapego. El verdadero deber consiste en actuar
resignando todo a Dios. ¿Qué es el deber, después de todo? La noción popular de
"deber' lo hace una maldición.
En
adición al significado de acción, hemos dicho que sicológicamente la palabra
karma también implica causa. Cualquier trabajo, cualquier acción y pensamiento
que produzca un efecto es llamado karma. Así, la ley de karma significa ley
causal de inevitable causa y secuencia. Dondequiera que haya una causa, un
efecto ,se produce; esta necesaria ,consecuencia no puede ser evitada, y esta
ley de karma según nuestra filosofía, existe en todo el universo. Todo lo que
vemos, sentimos o hacemos, cualquier acto hecho en alguna parte del universo,
mientras por una parte, es el efecto de una acción anterior, por la otra, se
convierte a su vez en causa y produce su propio efecto. Es necesario, junto con
esto, considerar lo que significa la palabra "ley". Por ley se
entiende la tendencia a repetirse de una serie de fenómenos. Cuando vemos un
hecho seguido de otro, o algunas veces ocurriendo simultáneamente con otro,
esperamos que esta secuencia o coexistencia vuelva la suceder. Nuestros
antiguos lógicos y filósofos de la escuela nyáya, denominan esta ley con el
nombre de vyápti. Según ellos, todas nuestras ideas de ley son debidas a la
asociación. Una serie de fenómenos llega a estar asociada en nuestra mente con
cosas en una especie de orden invariable, así que cualquier cosa que percibamos
en algún momento, es inmediatamente referida a otros hechos de la mente. Cada
idea, o, según nuestra psicología, cada onda que se produce en la sustancia
mental, chitta, debe dar origen siempre a ondas similares. Esta es la idea
sicológica de asociación, y lo causal es sólo un aspecto de este grande y
penetrante principio de asociación. Esta grande y saturadora asociación es lo
que en sánscrito se llama vyápti. En el mundo externo la idea de leyes la misma
que en lo interno - la espera de que un fenómeno particular sea seguido por
otro y que la serie se repita. Por lo tanto, estrictamente hablando, la ley no
existe en la naturaleza. Prácticamente, es un error decir que la gravitación
existe en la tierra o que hay alguna ley que exista objetivamente en alguna
parte de la naturaleza. La ley' es el método, la manera en que nuestra mente
percibe una serie de fenómenos; todo está en la mente. Ciertos fenómenos que
ocurren uno tras otro o juntos, y seguidos por la convicción de la regularidad
de su repetición, capacitan a nuestras mentes para percibir el método de toda la serie y constituyen lo que llamamos ley.
La inmediata cuestión a considerar es lo que significamos
cuando decimos que una leyes universal. Nuestro universo es esta porción de
existencia que está caracterizada por lo que los Sicólogos sánscritos llaman
desa-kála-nimitta, o sea que la psicología europea llama espacio, tiempo y
causa. Este universo es sólo una parte de la existencia infinita, puesta en un
molde particular, compuesto de tiempo, espacio y causa. De ahí, se deduce
necesariamente, que las leyes sólo posibles dentro de este universo condicionado;
más allá de él no puede haber ley alguna. Cuando hablamos del universo sólo nos
referimos a aquella porción de existencia que está limitada por nuestra mente;
el universo de los sentidos, el que podemos ver, sentir, tocar, oír, pensar e
imaginar; éste sólo está bajo la ley, pero más allá de él, la existencia no
puede estar, sujeta a ley, porque la causación no se extiende más allá del
mundo de nuestras mentes. Cualquier cosa que esté fuera del alcance de nuestra
mente y sentidos no estaría sometida, a la ley de causación, puesto que no hay
asociación mental de cosas en la región inaccesible a los sentidos, ni
causación sin asociación de ideas. Es sólo cuando "el ser" o
existencia está moldeado en un nombre y forma", que obedece a la ley de
causación, y se dice que está bajo la ley; porque toda ley tiene su esencia en
la causación. Por lo tanto, vemos, al momento, que no puede haber cosa tal como
libre albedrío; las mismas palabras son una contradicción, porque la voluntad
es lo que conocemos, y todo lo que conocemos está dentro de nuestro universo, y
todo lo que está dentro de nuestro universo está moldeado por las condiciones
de espacio, tiempo y causación. Todo este universo es tan sólo una partícula de
la infinita existencia; y todas. nuestras leyes y limitaciones, nuestras
alegrías y tristezas, nuestras felicidades y esperanzas, sólo están dentro de
este pequeño universo; todo nuestro progreso y decadencia están dentro de su
pequeño ámbito.
Puede
haber millones de clases de felicidad, seres, leyes, progreso y causación
actuando fuera de este pequeño universo que conocemos, y después de todo la
totalidad de esto comprende tan sólo una porción de nuestra naturaleza
infinita.
Para alcanzar la libertad tenemos que ir más allá de las
limitaciones de este universo; aquí no puede ser hallada. El perfecto
equilibrio o lo que los cristianos llaman la paz que trasciende toda
comprensión no puede ser logrado en este universo, ni en el cielo, ni en lugar
alguno donde nuestra mente y nuestros pensamientos puedan ir, los sentidos
puedan sentir o la imaginación pueda concebir. Estas pequeñas dichas,
sufrimientos y conocimientos de las cosas terminan allí, y la realidad
comienza. Mientras no abandonemos la sed de la vida, la fuerte atracción a esta
existencia transitoria y condicionada, no tendremos ni siquiera esperanza de
tener una vislumbre de esa infinita libertad que existe más allá. Pero es
sumamente difícil dejar de aferrarnos a este universo; muy pocos lo logran. La
gran mayoría de la humanidad elige la manera positiva, el camino del mundo,
haciendo uso de todas las cosas que la esclavizan para romper con esas mismas
limitaciones. Esta es también una clase de renunciamiento, sólo que se hace
lenta y gradualmente, conociendo las cosas, gozando de ellas y obteniendo así
experiencia, y conociendo la naturaleza de las cosas, hasta que la mente las
abandona al fin y se vuelve des apegada. El primer modo de lograr el desapego
es por el razonamiento, y el segundo por la acción y la experiencia. El
universo todo está haciendo esto. Lo sepamos o no, seamos o no conscientes de
ello, todos estamos tratando de libramos de este sueño con ensueños que es el
mundo. La experiencia del hombre en el mundo es lo que la capacita para poder
escapar del torbellino. ¿Qué es el
karma-yoga? El conocimiento del secreto de la acción. Vemos que todo el
universo está actuando. ¿Para qué? Por la salvación, por la libertad; desde el
átomo hasta el ser más elevado se está actuando por un único fin, la libertad
para la mente, para el cuerpo, para el espíritu. El karma-yoga hace una ciencia
de la acción, por ella aprenderéis la manera de utilizar mejor todas las
actividades de este mundo. La acción es inevitable, así debe ser; pero debemos
actuar con el más' elevado propósito. El karma-yoga nos lleva a admitir que
este mundo es un mundo de cinco minutos, que es alguna cosa que tenemos que
atravesar, y que la libertad no está aquí, sino que debe ser hallada más 'allá.
El
karma-yoga nos enseña a disfrutar de la belleza de todos los cuadros del mundo,
pero sin identificamos con ninguno de ellos. Nunca digáis "mío".
Siempre que digáis tal cosa es mía, el sufrimiento vendrá inmediatamente. Ni
siquiera digáis "hijo mío" mentalmente. Poseed el niño, pero no
digáis "mío". Si lo hacéis, vendrán las desdichas. No digáis "mi
casa" ni "mi cuerpo". Toda la dificultad está aquí. El cuerpo no
es vuestro, ni mío, ni de nadie. Los cuerpos vienen y van por las leyes de la
naturaleza, pero, nosotros somos libres, estamos como testigos.
El
desligarse no significa algo que podamos hacer en relación con nuestro cuerpo
denso, todo está en la mente. La cadena que nos esclaviza de "yo y
mío" está en la mente. He aquí los
dos métodos para lograr liberarse de toda ligadura. Uno es para aquellos que no
creen en Dios ni en ninguna ayuda externa. Se hallan librados a sus propios
recursos y planes, tienen que actuar movidos simplemente por su propia
voluntad, con los poderes de su mente y su discernimiento, diciendo: "Debo
ser desapegado". Para los que creen en Dios, hay otra manera que es mucho
menos difícil. Ofrendan los frutos de su acción al Señor, trabajan y nunca
quedan ligados a los resultados. Día y noche renunciemos a nuestro aparente yo,
hasta que esto llegue a ser un hábito, hasta que penetre en la sangre, en los
nervios y en cerebro, y hasta que en todo momento el cuerpo entero obedezca a
esta idea de renunciación del pequeño yo. ID entonces al campo de batalla, y en
medio del tronar del cañón y el estrépito de la guerra, sentiréis que sois
libres y hay paz en nuestro interior. El
karma.-yoga nos enseña que la idea corriente del deber está en un plano
inferior; no obstante, todos tenemos que cumplir nuestro deber. Sin embargo,
podemos ver que este sentido peculiar del deber es, con mucha frecuencia, la
causa más grande de nuestras desdichas. El deber se vuelve una enfermedad para
nosotros; nos empuja siempre hacia adelante. Se apodera de nosotros y hace toda
nuestra vida miserable. Es la ruina de la vida humana.
El único deber verdadero es ser desapegados y actuar como
seres libres, ofrendando todos nuestros actos a Dios. ¿Qué es el deber, después de todo? Es
realmente el impulso de lo carnal, de todos nuestros apegos; y cuando un apego
queda bien establecido, le llamamos "deber" .Por ejemplo, en los
países donde no existe el matrimonio no hay deberes entre el marido y la mujer;
cuando viene el matrimonio, el esposo y la esposa viven juntos en virtud de ese
lazo; y este tipo de vida que los une llega a establecerse después de
generaciones; cuando está de este modo establecida, se hace un deber.
Los
más grandes hombres del mundo murieron desconocidos. Los Buddhas y los Cristos
que conocemos son tan sólo héroes de segunda categoría, comparados con los más
grandes hombres de quienes el mundo nada conoce. Centenares de esos héroes
desconocidos han vivido en cada país, actuando silenciosamente. En silencio
vivieron y en silencio murieron; y con el tiempo sus pensamientos hallaron
expresión en los Buddhas o Cristos, y son éstos los que llegan a ser conocidos
por nosotros. Los hombres más elevados no buscan renombre ni fama por su
conocimiento.
El
hombre activo, por bueno que sea, tiene todavía un resto de ignorancia en sí.
Cuando todavía que- dan algunas impurezas en nuestra naturaleza, sólo entonces
podemos actuar.
Al
actuar, jamás deberíamos pensar que podemos ayudar ni aun a la más
insignificante cosa de este universo. No podemos. Sólo nos ayudamos a nosotros
mismos en este gimnasio del mundo. Tal es la actitud correcta de quien actúa.
Si trabajamos de este modo, si recordamos siempre que nuestra .presente
oportunidad de trabajar así es un privilegio que nos ha sido dado, nunca
quedaremos ligados a cosa alguna.
CAPÍTULO OCTAVO
EL IDEAL DE KARMA-YOGA
El universo entero lucha por la libertad y ésta es el fundamento
de toda religión o ética. Todas las ideas sobre moralidad difieren entre si.
Aquello que es egoísta es inmoral y lo que es inegoísta es moral. Hacer el bien
no es el más elevado ideal no puede darse felicidad permanente al mundo. No
podemos agregar al mundo placer o dolor. Optimismo y pesimismo. La igualdad es
un fantasma, sin embargo, es una fuerza motriz que impulsa a la acción. La variedad es regla en la creación y debe
perdurar. Ideal del karma-yoga: "A
la acción tienes derecho, no a sus frutos". "Actuar sin ulterior
motivo", como dice' el "Bhagavad Guita", encuentra en muchos
resistencia y lo consideran imposible.
Aun siendo un Conocedor, se considera a Buddha como el karma-
yogui perfecto. La más grande de las ideas en la religión de la Vedanta es que
podemos alcanzar la misma meta por diferentes senderos; esos senderos los he
generalizado en cuatro: el de la acción, el del amor, el de la psicología y el
del conocimiento. Pero debéis recordar al mismo tiempo, que esas divisiones no
son muy marcadas ni se excluyen unas a las otras. Cada una se mezcla con las
demás. Pero de acuerdo con el tipo que prevalece, damos el nombre a las
divisiones. No quiero decir que podéis hallar un hombre que no tenga ninguna
otra facultad que la de actuar, ni que haya hombres que sólo sean fervientes
devotos, ni otros que no tengan más que simple conocimiento. Esas divisiones son
hechas de acuerdo con el tipo o tendencia que parece prevalecer en un
individuo. Ya hemos visto que al final esos cuatro senderos convergen y se
convierten en uno solo. Todas las religiones y todos los métodos de acción y
adoración nos conducen a la única y misma meta.
Cuando
la línea de acción tomada no es la debida, la llamamos mal, y cuando la
manifestación de ella es correcta y elevada, la llamamos bien. Pero el impulso
es el mismo, la lucha hacia la libertad. En todas las religiones se puede encontrar la
manifestación de esta lucha por la libertad. Es el fundamento de toda
moralidad, del inegoísmo, lo que significa abandonar esa idea de que el hombre
no es nada más que estos insignificantes cuerpos. Cuando
vemos que un hombre hace una buena acción ayudando a otros, significa que no
puede estar confinado dentro del limitado circulo de "yo y mío". No
hay límite para este alejamiento del egoísmo. Todos los grandes sistemas de
ética predican como meta el absoluto inegoísmo.
Pero, si entráis en detalles, ya no os parecerá tan simple
el asunto. Por ejemplo, el ambiente hace con frecuencia que los detalles
varíen, como ya he mencionado. La misma acción bajo una seríe de circunstancias
puede ser inegoísta y bajo otra, egoísta. Por eso, sólo podemos dar una
definición general, y dejar que los detalles sean elaborados tomando en
consideración las diferencias de tiempo, lugar y circunstancias. En un país una
clase de conducta es considerada moral, y en otro, la misma exactamente, es inmoral,
porque las circunstancias difderen. El objetivo de toda la naturaleza es la
libertad, y ésta se logra sólo por el perfecto inegoísmo; cada pensamiento,
palabra o hecho inegoísta nos lleva hacia la meta, y, como tal, es llamado
moral. Esta definición, como podéis ver queda -bien en toda religión y en todo
sistema de moral. En algunos sistemas de pensamiento la moralidad se deriva de
un Ser Superior - Dios. Si preguntáis por qué un hombre debe hacer esto y no
aquello, la respuesta es: "Porque tal es el mandato de Dios".
El karma yoga, por lo tanto, es un sistema de moral y religión
destinado a alcanzar la libertad mediante el inegoísmo y las buenas obras. El
karma-yogui no necesita creer en ninguna doctrina. Puede aun ni creer en Dios,
puede no inquirir nada acerca de su alma ni pensar en ninguna especulación
metafísica. Tiene su propio objetivo, su modo especial de alcanzar el
inegoísmo, y debe lograrlo por sí solo. En toda la historia que conocemos,
siempre ha sido igual; sin embargo, al mismo tiempo vemos que marchando a la
par de todas esas incurables diferencias de placer y dolor, siempre ha habido
la lucha. por aliviarlas. Cada período de la historia ha engendrado millares de
hombres y mujeres que se han esforzado por hacer para los demás, más llevaderos
su pasaje por la vida. ¿Y hasta dónde lo han logrado? Sólo podemos jugar
tirando la pelota de un lado para otro. Quitamos el dolor del plano físico y se
va al mental. No podemos añadir felicidad
a este mundo; del mismo modo, tampoco nos es posible
agregarle dolor. La suma total de las energías de placer y dolor desplegadas
aquí, en la tierra, será la misma siempre. La empujamos de este lado para el
otro y de aquél para éste, pero ella será siempre la misma, porque el perdurar
así está en su misma naturaleza. Este flujo y reflujo, este subir y bajar, está
en .la naturaleza misma del mundo; sostener lo contrario sería como decir que
puede haber vida sin muerte. Esto es totalmente insensato, porque la idea de
vida implica la de muerte, y la idea de placer, la de desplacer también. La siguiente idea a tratar es la idea de
igualdad. Esas ideas del milenio han sido una gran fuerza motora para la
acción. Muchas religiones predican esto como parte de sus enseñanzas - que Dios
ha de venir a regir este universo y que entonces no habrá ninguna diferencia en
las condiciones. Las personas que predican esta doctrina son meros fanáticos, y
los fanáticos son, ciertamente, los más sinceros de la humanidad. El
cristianismo ha sido predicado, precisamente, basándose sobre la fascinación de
este fanatismo, y esto es lo que le hizo tan atractivo a los esclavos griegos y
romanos. Creyeron que bajo la religión del milenio no habría más esclavitud;
que habría lo suficiente para comer y beber; y por lo tanto, se agruparon en
tomo a la causa cristiana. - La igualdad absoluta, que sería el perfecto
equilibrio de todas las fuerzas que se hallan en constante lucha en todos los
planos, no puede nunca existir en este mundo. Antes de alcanzar ese estado, el
mundo tendría que llegar a ser completamente inadecuado para toda clase de
vida, y nadie habría ya en él. Vemos, por lo tanto, que todas esas ideas del
milenio y de la absoluta igualdad, no sólo son imposibles en su realización
sino también que. si pudiéramos llevarlas a ,cabo, nos conducirían,
inevitablemente, al momento de la destrucción. ¿Qué es lo que hace la
diferencia entre hombre y hombre? En gran parte esta diferencia está en el
cerebro. En nuestros días, nadie sino un lunático diría que todos nacemos con
el mismo poder cerebral. Venimos al mundo dotados de desigual manera; venimos
dotados con condiciones 'Superiores o con condiciones .inferiores; y no hay
escape a esta condición determinada prenatalmente. Los indios americanos vivían
en este país desde ha ce miles de años, y algunos puñados de vuestros
antepasados llegaron a su tierra. i Cómo han modificado, desde entonces, la
apariencia de este país! ¿Por qué los indios no habían hecho mejoras y
construido ciudades, si todos somos iguales? Con vuestros antepasados una clase
diferente de poder cerebral vino a esta tierra, se hizo un acopio diferente de
pasadas impresiones, que ellos trabajaron y le dieron expresión.
La absoluta no-diferenciación es muerte. Mientras dure este
mundo habrá diferenciación y así debe ser, y ese milenio que nos traería la
igualdad perfecta vendrá, sólo cuando un ciclo de creación llegue a su término.
Antes, esa igualdad ni puede existir. Sin embargo, esta idea de realizar el
milenio es una gran fuerza motora. Así como la desigualdad es necesaria para la
creación, así lo es, también, la lucha para limitarla. Si no hubiese lucha por
ser libres y retornar a Dios, no habría creación tampoco. Este mundo, semejante a dos ruedas que giran
una dentro de otra y en sentido opuesto, constituye un "mecanismo
terrible; si ponemos la mano en ella y nos llega a enganchar nos arrastra.
Todos pensamos que luego de cumplir con un deber dado, podremos descansar; pero,
antes de haber siquiera terminado parte de este deber, está ya otro
esperándonos. Todos somos arrastrados por esta poderosa y compleja máquina del
mundo. Sólo hay dos soluciones: -una, es renunciar a todo interés por la
máquina, dejarla marchar y apartamos, abandonando nuestros deseos. Esto es muy
fácil de decir, pero casi imposible de hacer. Yo no sé si entre veinte millones
de hombres hay uno capaz de hacerlo. La otra solución consiste en sumergirse en
el mundo y aprender el secreto de la acción, y esto es lo que enseña el sendero
del karma-yoga. Sin escapar al engranaje de esa. máquina que es el mundo
permaneced dentro de él y aprended el secreto de la acción. Mediante la acción
correcta llevada a cabo en su interior, es también posible
salir de él. Atravesando toda esta maquinaria podemos encontrar la salida.
Ya hemos visto lo que es la acción: constituye una parte
de los cimientos de la naturaleza y prosigue sin cesar. Aquellos que creen en
Dios comprenden esto mejor, porque saben que Dios no es un ser tan. Incapaz que
necesite nuestra ayuda. Aunque este universo seguirá su marcha siempre, nuestra
meta es la libertad; nuestro fin es el inegoísmo; y según el karma-yoga este
fin ha de ser alcanzado por medio de la acción. Hagamos el bien porque es bueno
hacer el bien; aquel que hace buenas acciones aun cuando lo baga por alcanzar
el cielo, se liga así mismo, dice el karma-.yogui. Cualquier acción ejecutada
con el más mínimo motivo egoísta, en vez de acercamos a la libertad, forja un
eslabón más en la cadena que aprisiona nuestros pies. De manera que la única
solución consiste en renunciar a todos los frutos de la acción, no estar
ligados a ellos.
Dejadme
que os diga, para concluir, algunas palabras acerca de un hombre que
verdaderamente llevó a la práctica estas enseñanzas del karma-yoga. Ese hombre
fue Buddha. Es el único hombre que las puso en práctica un modo perfecto. Todos
los profetas del mundo, excepto Buddha, tuvieron motivos externos que los
impulsaron a la acción inegoísta. Los profetas del mundo, con esta sola
excepción, se pueden dividir en dos grupos.: uno, que sostiene que ellos son encarnaciones
de Dios venidos a la tierra y, otro, que sólo sostienen ser
mensajeros de Dios; ambos, sacan su impulso para la obra, del exterior,
esperando recompensa de afuera, por más elevado que sea el lenguaje espiritual
que ellos emplean. La raza humana toda no ha producido sino un solo carácter
así, de tan elevada filosofía y de una inmensa simpatía hacia todos los seres y
las cosas. Este gran filósofo, que predicó la filosofía más elevada., tenia,
sin embargo, la más profunda simpatía hasta por el más insignificante de los
ani- males, y nunca reclamó nada para si mismo. :mI es el karma-yogui ideal,
llevando a cabo su obra sin motivo ulterior alguno, y la historia de la
humanidad nos lo muestra como el más grande de los que jamás hayan nacido;
fuera de toda comparación vemos la combinación más grande de corazón y cerebro
que haya existido; el poder del alma más grande que jamás haya sido
manifestado. Es el primer gran reformador que el mundo ha visto. Fue el primero
que se atrevió a decir: "Creed, no porque existan algunos antiguos manuscritos;
creed, no porque sea la creencia de vuestro .país, o porque se os haya hecho
creer así desde vuestra infancia; discurrid y razonadlo todo antes, y si
después que lo hayáis analizado, veis que hará bien a alguien y a todos,
creedlo, vividlo, practicadlo y ayudad a los demás para que lo hagan suyo
propio." Lo hace mejor quien actúa sin ningún motivo: ni por-dinero, ni
por fama, ni por ninguna otra cosa; y cuando un hombre puede hacer esto, será
un Buddha y de él surgirá el poder de actuar de tal manera como para
transformar al mundo. Un hombre así representa el más elevado ideal del
karma-yoga.
FIN