EL
DHAMMAPADA
La Senda de
la Perfección
Edición
y traducción
de
Joaquim Torres Godori
PRÓLOGO
El Dhammapada es una escritura budista, es un libro
sagrado. Para intentar comprender su espíritu es necesario que el lector se
acerque con un mínimo de fe. La fe, según Henri Le Saux, «no consiste primariamente
en la aceptación mental de determinadas proposiciones, llamadas “datos de
revelación”. La fe es esencialmente aquel sentido interior mediante el cual el
intelecto penetra oscuramente aquellas honduras del propio ser que él mismo
percibe que exceden su simple poder de exploración mediante el pensamiento y la
percepción sensible».
La religión-filosofía conocida
en Occidente como budismo es la más difundida del mundo. Apareció en la India
en el siglo VI a. C. y se convirtió en la religión
de Ceilán (actual Sri Lanka), Siam (Tailandia), Birmania y Camboya, países que
se adherirían a la Escuela del Sur o hinayana, la más antigua, mientras que la
posterior Escuela del Norte o mahayana se encuentra bajo diferentes formas en
el Tíbet, Mongolia, China, Corea y Japón.
El Dhammapada es una
colección de 423 aforismos escritos en pali, lengua de las Escrituras budistas
de Ceilán, Birmania e Indochina, y pertenece a la literatura budista canónica,
pali o hinayana. No se conoce con certeza la fecha de su recopilación, pero se
supone que esta tuvo lugar en el siglo III
antes de Cristo.
La palabra pali Dhamma, Dharma
en sánscrito, alude a un concepto básico en el budismo. Su sentido es muy afín
al de «ley, una ley moral, la ley eterna del Cosmos, la Verdad». Pada
significa en pali y en sánscrito «pie, paso» y, por lo tanto, puede traducirse
como camino, senda. De ahí que Dhammapada sugiera la senda del Dharma,
la senda correcta que lleva a la Verdad, a la luz, al amor, al Nirvana. Aunque
no consigamos alcanzar el final de la senda, nuestro peregrinaje no habrá sido
en vano. Nadie puede arrebatarnos la dicha del camino. La Senda suprema es para
nosotros la Senda de la Perfección.
El término Buda deriva
de la raíz BUDH, «está despierto». Significa la
irrupción del conocimiento en la mente, conocimiento que se dará siempre a
través de una intuición,como un relampagueo luminoso, y
que permitirá al ser humano distinguir entre lo que es verdadero y lo que es
falso. La gran tarea del hombre sobre la tierra es destruir la ignorancia, ver
lo que es real tras las apariencias, abrir la puerta al gran despertar, a la
iluminación:
Pero el mayor de los pecados es en verdad el pecado de la
ignorancia. Arroja de ti este pecado, oh hombre, y queda limpio de pecado.
(Dhammapada,
243)
Buda Gautama, «el que está despierto» (563-483 a. C.),
fundador del budismo, fundamentó la verdad en la razón y en la experiencia, ya
que no aceptó nada que no se pudiera comprobar y demostrar. En lo que se
refiere a los problemas metafísicos, Buda simplemente los evitó. Las únicas
cuestiones útiles son las relacionadas con la manera de eludir el sufrimiento
continuo provocado por la sed de existencia, con la progresión en la Senda de
la Perfección, con la consecución de la salvación. La tradición nos dice que
cuando Buda alcanzó el Nirvana bajo el árbol Bodhi exteriorizó la dicha de la
liberación en los dos famosos versos del Dhammapada:
En vano he seguido los ciclos de muchas vidas siempre
esforzándome por encontrar al constructor de la casa de la vida y la muerte.
¡Qué grande es el pesar de la vida que ha de morir!
Pero ahora te he visto,
constructor: nunca más volverás a construir esta casa. Las vigas de los pecados
están rotas, la parhilera de la ignorancia está destruida. La fiebre de los deseos
ha pasado: porque mi mente mortal ha ido al gozo del inmortal NIRVANA.
(153,
154)
Sus palabras son palabras de vida, de vida aquí y ahora.
Buda quiere que detengamos la rueda del devenir y que habitemos en nuestro ser
profundo. Quiere que abracemos el Camino del Medio y que, sintiendo las
Cuatro Nobles Verdades, empecemos a seguir la gran Senda, la Senda de los Ocho
Grados.
Si se tuviera que resumir en
una palabra el espíritu del Camino del Medio, esta palabra sería armonía.
En el Bhagavad Gita encontramos un verso que se puede aplicar de forma
soberbia a esta vía:
La
armonía que destruye el sufrimiento es
de aquel que ha logrado controlarse en
el comer, en el recreo, en
el empeño puesto en las acciones,en el sueño, en la vigilia.
(6.17)
El Camino del Medio se encuentra tan alejado del hedonismo
como de las prácticas ascéticas más rigurosas. Como lo ejemplifica el Buda,
para que el laúd suene correctamente es necesario que sus cuerdas no estén ni
demasiado tensas ni demasiado flojas.
Las Cuatro
Nobles Verdades son: toda vida es sufrimiento, la causa del sufrimiento, la
extinción del sufrimiento, la senda para conseguir la extinción del
sufrimiento.
El nacimiento es la base de
todas las aflicciones: enfermedad, vejez, hambre… El dolor se comprende cuando
uno es consciente del carácter transitorio de todo lo que nos rodea. El deseo
es la causa del sufrimiento, de todas las miserias que siguen al nacimiento. El
ser humano pide la felicidad, el placer absoluto a un mundo que por su propia
esencia ha de defraudarlo siempre. Un exigir la luna cósmicamente trágico.
Aferrándose a las cosas que se desvanecen, olvida lo que es eterno en sí mismo.
Dice el joven Naciketas en el Katha Upanishad:
Yo sé que la riqueza es perecedera, pues lo que es eterno no
se logra por medio de cosas impermanentes. Sin embargo, he construido el fuego
de Naciketas, con materiales perecederos he obtenido lo eterno.
(2.10)
Y unos bellísimos versos del
poema Creer en la mente, de Seng Ts’an, que pertenece al budismo zen,
exclaman:
Cuando retornamos al origen, recuperamos el sentido; cuando
perseguimos objetos externos, perdemos la razón. En el instante en que
alcanzamos la iluminación interior, vamos más allá de la vacuidad de un mundo
que nos afronta. Las transformaciones que se producen en un mundo vacío que nos
afronta parecen reales a causa de la ignorancia.
(8.9)
La liberación del sufrimiento radica, por tanto, en la
abolición de los deseos. La Senda, la vía mostrada por Buda para alcanzar este
fin, tiene ocho grados: visión correcta, intención correcta, palabras
correctas, actos correctos, ocupación correcta, esfuerzo correcto, pensamiento
correcto y concentración correcta.
Con las ocho
reglas de vida se puede romper el encadenamiento sin fin de causas y efectos,
cortar el karma –resultado de los actos hechos en una vida previa–
nefasto y
alcanzar la liberación.
Liberarse es entrar en el nirvana, que es la cesación del sufrimiento, de la
miseria y del Samsara –sucesión inacabable de nacimientos y muertes–, es
decir, la cadena de la reencarnación.
Los primeros versos del Dhammapada
nos señalan el comienzo de la Senda de los Ocho Grados. Una mente pura hace que
se tengan opiniones y visiones correctas: nada puede empañar la percepción de
lo que es en verdad real.
Los magníficos aforismos del Dhammapada
insisten en los ideales budistas del autoconocimiento, del control de la mente,
de la renuncia, de la pureza, del esfuerzo y de la vigilancia permanentes, de
la sabiduría, de la caridad. Caridad, no-violencia, tolerancia, simplicidad y
armonía son en el momento actual dramáticamente necesarias para evitar el
envilecimiento y la destrucción misma de la vida sobre la tierra. Como afirma
Borges en Siete noches, el budismo siempre ha sido tolerante, no ha
provocado nunca una guerra. Y Schumacher, en Small is Beautiful,
consideraba que en una economía budista basada en la ocupación correcta o en
medios correctos de subsistencia –uno de los estadios de la Senda de los Ocho
Grados–, en la no-violencia, la simplicidad y la armonía, se encontraba la
salida a la alienación del trabajo, al paro, al consumismo aturdidor, al
agotamiento de los recursos no renovables y a la violencia que este agotamiento
inevitablemente provoca. El budismo ve la esencia de la civilización no en la
multiplicación de los deseos sino en la purificación de la naturaleza humana.
Pero es necesario no olvidar que el budismo es el Camino del Medio y, por
tanto, que no está en contra per se del disfrute de las cosas
placenteras sino de la esclavitud a ellas.
En el budismo, la no-violencia
y el respeto se extienden a cualquier criatura viva. Un egoísmo sabio nos
induce a tomar nuestro camino practicando sobre lo que nos rodea la menor
violencia posible si no queremos desviarnos de la realización de la gran tarea,
alcanzar la salvación, y si no queremos, a otro nivel, la degradación de toda
la vida de este planeta:
Así como la abeja recoge la esencia de una flor y se aleja
sin destruir su belleza ni su perfume, así el sabio peregrina en esta vida.(Dhammapada,
49)
El mensaje
del Buda está en el Dhammapada, y es un mensaje de esperanza y de gozo:
Así como un lago que es puro y
sereno y profundo, así deviene el alma del hombre sabio cuando escucha las
palabras del DHAMMA.(82)
1. CAMINOS
CONTRARIOS
Lo que somos hoy
proviene de nuestros pensamientos de ayer, y nuestros pensamientos actuales
construyen nuestra vida de mañana: nuestra
vida es la creación de nuestra mente. Si un hombre habla u obra con una mente
impura, el sufrimiento lo sigue como la rueda del carro sigue a la bestia que
tira del carro.
«Me
insultó, me hizo daño, me venció, me robó.» Aquellos que piensan tales
pensamientos no estarán libres del odio.«Me insultó, me hizo daño, me venció, me robó.» Aquellos que
no piensan tales pensamientos serán libres del odio.
Porque el odio no es vencido por
el odio: el odio es vencido por el amor. Esta es una ley eterna.
El que vive
solo para los placeres y cuya alma no está en armonía, que no tiene en cuenta
la
comida que
come, es perezoso y no tiene el poder de la virtud, tal
hombre es movido por MARA, es movido
por tentaciones mezquinas, así como un árbol débil es sacudido por el viento.
Aquellos que creen que lo que no es real es, y que lo
Real no es, nunca alcanzarán la Verdad, perdidos en la senda del pensamiento
incorrecto.
Pero así como la lluvia no penetra en una casa bien cubierta,
las pasiones no penetran en una mente bien guardada.
Sufre
en este mundo, y sufre en el mundo venidero: el hombre que hace el mal sufre en
ambos mundos. Sufre, sufre y se aflige cuando ve el mal que ha hecho.
Es
feliz en este mundo y es feliz en el mundo venidero: el hombre que
hace el bien es feliz en ambos mundos. Está
contento, siente un gran contento cuando ve el bien que ha hecho. Se alegra en este mundo, y se alegra en el mundo
venidero: el hombre que hace el bien se alegra en ambos mundos. «He hecho el bien», se alegra, y
no para de alegrarse en la senda del gozo.
Si un hombre dice muchas palabras sagradas, pero
dice y no hace, este hombre necio no puede gozar de la vida de santidad: es como un pastor de
vacas que cuenta las vacas de su amo.
Mientras
que si un hombre dice solo unas pocas palabras sagradas, pero vive
la vida de estas palabras, libre de pasiones y odio e ilusión –con visión
correcta y una mente libre, sin desear nada ni ahora ni en el tiempo venidero–,
la vida de este hombre es una vida de santidad.
2. LA
VIGILANCIA
La
vigilancia es la senda de la inmortalidad: la negligencia es la senda de la
muerte.
Aquellos que están vigilantes nunca mueren: aquellos que no están
vigilantes ya están como
muertos.
Aquellos
que con una mente clara han visto esta verdad, aquellos que son sabios y están
siempre
vigilantes, sienten el gozo de la vigilancia, el gozo de la senda de los
Grandes.
Y aquellos que, entregados a pensamientos elevados y en profunda
contemplación, con fuerza inagotable avanzan por la senda, al final
alcanzan el NIRVANA, la paz
suprema y el
infinito gozo.
Los hombres que son
necios e ignorantes son descuidados y nunca están vigilantes; pero el hombre que vive
en la vigilancia la considera su mayor tesoro.
El
hombre sabio que por la vigilancia conquista la necedad es como aquel
que, libre de aflicciones, asciende al palacio de la sabiduría y allí, desde la
alta terraza, ve allá abajo aquellos en aflicción; así como un fuerte hombre
sabio, habitante de la montaña sagrada, puede contemplar la multitud de
ignorantes allá abajo, en el llano.
3. LA MENTE
La mente es inconstante e inquieta, difícil
de guardar y de contener: que el hombre sabio
enderece su mente así como el
constructor de flechas hace rectas sus flechas.
Como
un pez que es arrojado sobre la tierra, arrebatado de su morada de las aguas, la mente se
esfuerza y lucha para liberarse del poder de la Muerte.
La mente es voluble
y ligera, en cualquier lugar vuela detrás de ilusiones: es ciertamente difícil de
contener. Pero es un gran bien controlar la mente: una mente que se controla a
sí misma es fuente de gran gozo.
Invisible
y sutil es la mente, y en cualquier lugar vuela detrás de ilusiones;
pero que el hombre sabio guarde bien su mente, porque una
mente bien guardada es fuente de gran gozo.
Pero aquel cuya mente, controlándose calmadamente a sí misma, es
libre de la atracción
de
los deseos, que se ha elevado por encima del bien y del mal, él está despierto
y no tiene miedo.
Un enemigo puede herir a un enemigo, y un hombre
que odia puede hacer daño a otro hombre; pero la propia mente del hombre, si no
está bien dirigida, puede hacerle mucho más daño.
Un padre o una madre, o un familiar, pueden
ciertamente hacer bien a un hombre; pero su propia mente bien dirigida puede hacerle mucho más bien.
4. LAS
FLORES DE VIDA
¿Quién
conquistará este mundo y el mundo de los dioses, y también el mundo de
Yama, de
muerte y de dolor? ¿Quién encontrará el DHAMMAPADA, la clara
Senda de la Perfección, así
como un hombre que busca flores encuentra la flor
más bella?
El sabio estudiante
conquistará este mundo, y el mundo de los dioses, y también el mundo de
Yama, de muerte y de dolor.
El sabio estudiante encontrará
el DHAMMAPADA, la clara Senda de la
Perfección, así como un hombre que busca flores encuentra la flor más bella.
El que sabe que este cuerpo es la espuma de
una ola, la sombra de un espejismo, rompe
las
afiladas flechas de MARA, cubiertas con las flores de pasiones sensuales y, sin ser
visto por el Rey de la muerte, continúa y sigue su senda.
Pero la muerte se lleva al hombre que recoge las
flores de pasiones sensuales, así como un torrente de aguas impetuosas arrasa
un pueblo dormido y prosigue su curso.
Y
la muerte, el fin de todo, es el fin del hombre que, siempre sediento de
deseos, recoge las
flores de pasiones sensuales. Lo mismo que una
flor que parece bella y tiene color pero no tiene perfume son las palabras sin fruto del hombre que las dice pero
no las cumple.
No
va muy lejos el perfume de las flores, incluso el del baladre o del
sándalo; pero el perfume del bien alcanza el cielo, y entre los dioses es el
perfume supremo.
puede crecer y florecer y alegrar el alma con su
puro perfume, de la misma manera entre las ciegas multitudes brilla pura la luz de la sabiduría del
estudiante que sigue al Buda, EL que está verdaderamente despierto.
5. EL NECIO
¡Qué
larga es la noche para el centinela, qué larga es la carretera para el
cansado, qué largo
es el curso de vidas que acaban en muerte para el necio que
no puede encontrar la senda!
Si en el gran viaje de la vida un hombre no
puede encontrar a alguien que sea mejor o
al menos tan bueno como él, que alegremente haga el camino solo: un necio no
puede ayudarlo en su viaje.«Estos son mis hijos. Esta es mi riqueza.» De
esta manera el necio se preocupa. No es ni
el amo de sí mismo: ¡cuánto menos de sus hijos y de su riqueza!
Si
un necio puede ver su propia necedad, él en esto al menos es sabio; pero
el necio que se cree sabio es verdaderamente un auténtico necio. Si
durante toda su vida el necio vive con un hombre sabio, nunca conoce la
senda de la sabiduría, así como la cuchara nunca conoce el gusto de la sopa.
Un
necio que se cree sabio va por la vida con él como enemigo, y siempre
comete malas acciones que al final producen frutos amargos.
Porque
cierta acción no está bien hecha cuando una vez realizada uno tiene
que arrepentirse; y cuando uno tiene que recoger con lágrimas los frutos
amargos de la mala acción.
Un
necio puede ayunar mes tras mes comiendo su alimento con la afilada
punta de una hoja de la hierba kusa, y su mérito no alcanzará ni la
dieciseisava parte del del hombre sabio cuyos pensamientos se alimentan de
verdad.
Pero una es la senda de la riqueza mundana y
otra es la senda del NIRVANA. Que el seguidor de Buda piense en esto y, sin perseguir
la reputación, que en todo momento persiga la libertad.
6. EL HOMBRE
SABIO
Presta
atención al hombre que te dice tus defectos como si te dijera donde se halla un tesoro
oculto, el hombre sabio que te muestra los peligros de la vida. Sigue a este
hombre: quien lo siga verá el bien y no el mal.
Que
él advierta y que instruya, y que frene lo que está equivocado. Él será
amado por aquellos que son buenos y odiado por aquellos que no lo son.
No
tengas por amigos aquellos cuya alma es repugnante; no vayas con los
hombres que tienen un alma malvada. Ten por amigos aquellos cuya alma es bella;
ve con los hombres cuya alma es buena.
El
que bebe de las aguas de la Verdad descansa con gozo, su mente es
serena. Los sabios encuentran su dicha en el DHAMMA, en la
Verdad revelada por los grandes.
Aquellos
que construyen canales para el agua dominan las aguas; los constructores de flechas
hacen las flechas rectas; los carpinteros dominan la madera; y los sabios dominan
sus propias mentes.
Los
hombres buenos, en todo momento, vencen en verdad todas las ataduras.
Los hombres puros no malgastan palabras en cosas relacionadas con el deseo.
Tocados por el placer o el dolor, los sabios se remontan por encima del placer
y el dolor.
El que no anhela, ni
para él ni para los otros, hijos o poder o riquezas, que no antepone su triunfo al triunfo de la rectitud,
es virtuoso, y recto, y sabio.
Pocos
cruzan el río del tiempo y son capaces de alcanzar el NIRVANA. La mayoría
va arriba y abajo sin dejar nunca este lado del río.
LA LIBERTAD
INFINITA
¡El viajero ha llegado al final de su viaje! En
la libertad del Infinito, él es libre de todas las aflicciones, los grilletes que lo encadenaban yacen
tirados y la ardiente fiebre de la vida ya no existe.
Aquellos que tienen
pensamientos elevados están continuamente en lucha: no están satisfechos de permanecer en el
mismo sitio. Como cisnes que dejan su lago y ascienden en el aire, ellos dejan
su casa para habitar una casa más alta.
¿Quién
puede trazar la senda de aquellos que conocen el apropiado alimento de
la vida y que, rehusando los excesos, se elevan en el firmamento de la
liberación, el infinito Vacío sin principio? Su curso es tan difícil de seguir
como el de los pájaros en el aire.
El
hombre que sabiamente controla sus sentidos como el buen cochero controla sus caballos, y
que es libre de bajas pasiones y orgullo, es admirado incluso por los dioses.
Él
es sereno como la tierra que resiste; él es constante como una columna que
es firme; él es puro como un lago que es claro; él es libre del Samsara,
la vida-en-la-muerte que retorna y retorna.
Y el que es libre de la
credulidad desde que ha visto el eterno NIRVANA, que ha
roto la esclavitud de la vida inferior y que, mucho más allá de las
tentaciones, ha vencido todos sus deseos, él es verdaderamente grande entre los
hombres.
Ellos
hacen deliciosos los bosques donde otras personas no podrían habitar. Porque ellos
no tienen la carga de los deseos, ellos tienen aquel gozo que otros no
encuentran.
8. MEJOR QUE
MIL
Mejor
que mil palabras inútiles es una sola palabra que da paz. Mejor que mil versos
inútiles es un solo verso que da paz. Mejor que mil poemas inútiles es un solo poema
que da paz.
Si
un hombre venciera en batalla a mil y mil más, y otro hombre se venciera a sí mismo,
del último sería la más grande victoria, porque la más grande de las victorias
es la victoria sobre uno mismo; y ni los dioses arriba en el cielo ni los
demonios en las profundidades pueden convertir en derrota la victoria de un
hombre tal.Si mes tras mes durante cien años un hombre
ofreciera mil sacrificios; y otro solo por un instante reverenciara a un hombre
que se ha vencido a sí mismo, este instante tendría más valor que cien años de
sacrificios.
Y quienquiera que
honre a los ancianos ricos en virtud y santidad, en verdad obtendrá cuatro tesoros:
larga vida, y salud y poder y gozo.
Mejor que cien años
vividos en el vicio, sin contemplación, es un solo día de vida vivido en la virtud y en
profunda contemplación.
Mejor que cien años vividos en la ignorancia,
sin contemplación, es un solo día de vida vivido en la sabiduría y en profunda
contemplación. Mejor que cien años
vividos en la pasividad y en la debilidad es un solo día de vida vivido con coraje y afán
de lucha.
9. EL BIEN Y
EL MAL
Apresúrate y haz lo
que está bien; mantén tu mente alejada del mal. Si un hombre es lento en hacer el bien, su mente encuentra
placer en el mal.
Si
un hombre hace algo malo, que no vuelva a hacerlo una y otra vez. Que
no encuentre placer en su pecado. Dolorosa es la acumulación de malas acciones.
Si un hombre hace
algo bueno, que vuelva a hacerlo una y otra vez. Que encuentre gozo en su bien obrar. Gozosa es la
acumulación de buenas acciones.
Un
hombre puede encontrar placer en el mal mientras el mal no dé fruto; pero cuando
el fruto del
mal viene, entonces este hombre encuentra en verdad el mal.
No trates un pecado
con displicencia, pensando «esto es de poca importancia». Gota a gota se llena la jarra. Así, el hombre necio
se llena de mal, aunque lo vaya acumulando poco a poco.
Así como un hombre que no tiene ninguna herida
en la mano no puede ser dañado por el veneno que pueda llevar en la mano, ya que el veneno no
daña en donde no hay herida, así el hombre que no tiene el mal no puede ser
dañado por el mal.
Ni en el firmamento, ni en las profundidades del
océano, ni en una cueva en la montaña, ni
en ninguna parte, puede un hombre ser libre
del mal que ha hecho. Ni en el firmamento, ni en las
profundidades del océano, ni en una cueva en la montaña, ni
en ninguna parte, puede un hombre ser libre del poder de la muerte.
10. LA VIDA
Todos los seres
tiemblan ante el peligro, todos temen la muerte. Cuando un hombre piensa en ello, no mata ni
es causa de muerte.
Todos
los seres sienten miedo ante el peligro, la vida es cara a todos. Cuando un hombre piensa
en ello, no mata ni es causa de muerte.
El
que en pos de la felicidad hiere a otros que también quieren la
felicidad, no encontrará al final la felicidad.
El
que en pos de la felicidad no hiere a otros que también quieren la
felicidad, encontrará al final la felicidad. Nunca digas palabras ásperas, pues una vez dichas te
pueden retornar. Las palabras airadas son dolorosas y quien golpea puede ser
golpeado.
Si puedes estar en
quietud silenciosa como un gong roto que está silencioso, tú has alcanzado la paz del NIRVANA y tu ira es paz.
Pero aunque un hombre lleve ropas delicadas, si vive
pacíficamente; y es bueno, se controla a sí mismo, tiene fe y es puro; y si no hace
daño a ningún ser vivo, él es un sagrado brahmán, un ermitaño de la reclusión,
un monje llamado un Bhikkhu.
Aquellos
que hacen canales para el agua dominan las aguas; los constructores de flechas
hacen las flechas rectas; los carpinteros dominan la madera; y los santos dominan su
alma.
11. MÁS ALLÁ
DE LA VIDA
¿Cómo
puede haber risa, cómo puede haber placer, cuando el mundo entero está ardiendo? Cuando
te encuentras en profunda oscuridad, ¿no pides una lámpara?
¡Este
cuerpo se está descomponiendo! Un nido de enfermedades, un montón de corrupción
predestinado a la destrucción, a la disolución. Toda la vida acaba en muerte.
Mira estos huesos secados de un blanco grisáceo,
como calabazas vacías y secas tiradas al final del verano. ¿Quién sentirá gozo mirándolos?
Una casa de huesos
es este cuerpo, huesos cubiertos con carne y sangre. Orgullo e hipocresía habitan en esta casa y también vejez
y muerte.
Los gloriosos carros
de los reyes se gastan, y el cuerpo se gasta y envejece; pero la virtud de
los buenos nunca envejece, y así ellos pueden enseñar el bien a aquellos que
son buenos.
¡Si un hombre no
intenta aprender, envejece como un buey! Su cuerpo crece en años, pero su sabiduría
no crece. En vano he seguido
los ciclos de muchas vidas siempre esforzándome por encontrar al constructor de la casa de la vida y la
muerte. ¡Qué grande es el pesar de la vida que ha de morir!
Pero ahora
te he visto, constructor: nunca más volverás a construir esta casa. Las vigas
de los pecados están rotas, la parhilera de la ignorancia está destruida. La
fiebre de los deseos ha pasado: porque mi mente mortal ha ido al gozo del
inmortal NIRVANA.
Aquellos que en su juventud no viven en
armonía con ellos mismos, y que no ganan los verdaderos tesoros de la vida, son
más tarde como viejas garzas de largas patas plantadas tristes a la orilla de
un lago sin peces.
Aquellos que en su juventud no viven en
armonía con ellos mismos, y que no ganan los verdaderos tesoros de la vida, son
más tarde como arcos rotos, siempre añorando viejas cosas pasadas y perdidas.
12. LA
POSESIÓN DE UNO MISMO
Si
un hombre se estima a sí mismo, que se guarde bien a sí mismo. De
las tres guardias de su vida, que al menos esté vigilante en una.
Que encuentre
primero lo que es recto y entonces lo podrá enseñar a los otros, evitando de tal manera
dolor inútil.
Si
se hace él mismo tan bueno como dice a los otros que han de ser,
entonces él en verdad puede enseñar a los otros. Es difícil realmente el
autocontrol.
Solo
uno mismo puede ser el señor de uno mismo: ¿qué otro, desde fuera, podría ser su señor?
Cuando señor y sirviente son uno, entonces hay verdadero progreso y
autoposesión. Cualquier falta o mal
que un hombre hace, en él mismo nace y es causado por él mismo; y ello
aplasta al hombre necio como la piedra dura muele la piedra más blanda.
Y
el mal que crece en un hombre es como la enredadera malava que
embrolla el árbol sala; y el hombre es bajado a aquella condición en la
que desearía verlo su enemigo.
Es
fácil hacer lo que está equivocado, hacer lo que es malo para uno mismo;
pero es muy difícil hacer lo que es acertado, hacer lo que es bueno para uno
mismo.
El
necio que a causa de sus puntos de vista desprecia las enseñanzas de
los santos, aquellos cuyas almas son grandes y justas, recoge frutos para su
destrucción, como la caña kashta, cuyos frutos significan su muerte.
Por
uno mismo el mal es hecho, y es uno mismo quien sufre: por uno mismo el mal no es
hecho, y por uno Mismo uno deviene puro. Lo puro y lo
impuro de uno mismo provienen: ningún hombre puede purificar a otro. Que ningún hombre se distraiga de su deber, el
bien de su alma, por el bien de otra cosa, por grande que sea. Cuando haya
visto el bien de su alma, que lo siga con todas sus fuerzas.